
“Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma”. (Hebreos 10:38)
Los sueños grandes y nobles son el material con el que entretejemos nuestro futuro. Cuando tenemos un sueño, una visión dada por Dios, recibimos tanta seguridad en nuestro corazón que no queda lugar para la duda, por lo que podemos hablar del milagro con la plena certeza de que éste ya ocurrió.
El soñador debe:
Darle a Dios el primer lugar en su vida
El apóstol Pablo dijo: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8).
Tener un concepto correcto de sí mismo
Esto significa mantener una idea equilibrada de lo que somos; sin permitir el orgullo, pero tampoco la autocompasión. Pablo dijo: “y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3:9) y añade: “Y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles. Pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo os lo hemos demostrado” (2 Corintios 11:5-6).
Instruir a su familia
Una de las mayores bendiciones que alguien puede tener es que su familia le sirva a Dios con temor reverente. “Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre” (Isaías 59:21), “Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manos” (Salmos 78:72).
Vivir en la Palabra
La Biblia tiene un alrededor de ocho mil promesas muy poderosas para que nos apropiemos de ellas cuando se requiera. Cada verso debe hacerse real en nuestro corazón. Salomón dijo: “Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo” (Proverbios 1:5).
Ser ejemplo para otros
Pablo dijo: ”Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1) y el Salmista dijo: “Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros” (Salmos 45:7).
Llegar a este nivel implica salir del conformismo y tener una mente transformada y controlada por el Espíritu de Dios, que inspire a quienes están a nuestro alrededor.
ALGO EN QUÉ PENSAR
El conocido misionero John G. Paton vivía en peligro frecuente mientras trabajaba con los hostiles aborígenes que nunca habían oído el evangelio. En una ocasión, tres brujos, afirmaron que tenían el poder para causar la muerte del misionero, solamente necesitaban alguna cosa que él hubiera mordido.
Para desmentir su pretensión supersticiosa, el misionero mordisqueó tres hermosas ciruelas y las entregó a los brujos, que naturalmente no pudieron causar la muerte que pretendían, a pesar de tener todo lo que habían solicitado.
Ellos habían afirmado que causarían la muerte de Paton antes del domingo mediante sus embrujos. El misionero se presentó el domingo muy campante para celebrar su culto en el poblado y desacreditar el pretendido poder de los brujos. La declaración de estos fue: “Nosotros poseemos el poder que nos han otorgado nuestros dioses, pero el Dios del misionero existe y tiene más poder que los nuestros”.
Desde aquel entonces, la influencia de Paton creció y pronto tuvo el gozo de llevar algunos de los habitantes de aquel pueblo a la fe en el Señor Jesucristo.
Recordemos las palabras que el Señor le dijo a Josué: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5).