
ACCIÓN DE GRACIAS
1 Tesalonicenses 5:16-18. Estén siempre alegres. Nunca dejen de orar. Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.
Salmo 50:23. Pero el dar gracias es un sacrificio que verdaderamente me honra.
Dar gracias lo cambia todo.
Si nunca ha experimentado el poder de la gratitud, es probable que esté a punto de experimentar un ajuste de actitud. Cuando leemos «sean agradecidos en toda circunstancia», podríamos vernos tentados a pasar por alto esta exhortación, pensando que dar gracias en todo tiempo es poco práctico o irrelevante. Incluso podríamos pensar que hay muy poco de lo cual podemos dar gracias.
Es difícil dar gracias cuando lo han despedido de su trabajo, cuando su cónyuge le dice que piensa dejarle, o cuando le han diagnosticado una enfermedad terminal. Sin embargo, eso es precisamente lo que Pablo enseñó, que debemos dar gracias en todas las circunstancias, buenas y malas, en ascensos y en despidos.
Ahora bien, hay una diferencia entre alabar y dar gracias. La alabanza honra a Dios por lo que Él es al centrarse en sus atributos, mientras que la acción de gracias honra a Dios por lo que ha hecho. Le ofrecemos alabanza por su poder, su amor, su justicia, y le ofrecemos acciones de gracias por las bendiciones que nos rodean, incluso aquellas que son duras y difíciles de aceptar.
De hecho, la acción de gracias es un cambio innovador. ¿Por qué?
1- Porque honra a Dios afirmando su soberanía. Cuando le damos gracias por todo, lo bueno y lo malo, afirmamos que Él tiene el control de todos los acontecimientos de su universo.
No es que demos gracias por lo malo en sí. Damos gracias por la manera en que Dios usa el mal para avanzar en sus propósitos y, de ese modo, glorificarse. En la acción de gracias no solo afirmamos que Dios es bueno, sino que también hace el bien dándonos bendiciones inmerecidas y esperanza en medio del caos y la maldad.
2. La acción de gracias nos cambia. Cuando damos gracias por todo, la fe crece en nuestro corazón, y el peso de nuestras cargas se aligera porque afirmamos que son de Dios y no nuestras. Hemos descubierto que dar gracias por los reveses nos da una nueva perspectiva, nos libera para ver las dificultades como parte de un propósito más grande. Y también nos hace libres para adorar a Dios, recordar su grandeza, su amor y su providencia.
¿Cómo puede aprender a practicar la gratitud cada día de su vida?
Primero, convierta cada queja en un motivo para dar gracias a Dios. A Matthew Henry, escritor de una generación anterior, le robaron una tarde. Aquella noche escribió en su diario: «Estoy agradecido porque se llevó solo mi cartera y no mi vida. Estoy agradecido porque aunque se llevó todo lo que tenía, no era mucho. ¡Estoy agradecido porque yo fui a quien robaron y no el que robó!».
El 11 de septiembre, Todd, el esposo de Lisa Beamer, exclamó «¡Rodemos!» en un intento por impedir que los secuestradores tomaran el mando del vuelo 93 de United Airlines (que se estrelló en un campo en Pennsylvania). Más adelante, en el cumpleaños de su esposo, Lisa se sentía infeliz como viuda. David, su hijo de ocho años, le preguntó por qué se sentía tan triste, y ella dijo: «Porque papá no está con nosotros en su cumpleaños». A esto, David replicó: «Pero mami, aún así podemos tener pastel, ¿no es así?».
Sí, cuando todo se derrumba en nuestra vida, cuando sentimos como si todo estuviera en contra nuestra, aún tenemos razones por las cuales podemos dar gracias. Todavía podemos relacionarnos con amigos, aún podemos ir a la iglesia, todavía estamos vivos. Aún podemos comer pastel.
Segundo, empiece el día dando gracias a Dios por todas las cosas por las cuales está sinceramente agradecido. A medida que progresa en esta práctica, descubrirá al poco tiempo que aumenta la cantidad de cosas por las cuales puede dar gracias, y su lista avanzará de lo obvio a lo menos evidente. Con el tiempo, empezará a dar gracias por un colega de trabajo conflictivo, por falta de fondos, e incluso por problemas de salud. La acción de gracias impregnará su actitud hasta tal punto que se volverá su respuesta natural a las circunstancias de la vida.
Hace quince años un hombre relativamente joven que había sido saludable y fuerte quedó minusválido por un derrame cerebral masivo. Visitarlo requería de mucha paciencia porque hablaba muy lentamente. Le resultaba difícil pronunciar las palabras, y su conversación se limitaba a los efectos de su enfermedad y a su precario entorno. Inmediatamente después del derrame él se sintió amargado, enojado con Dios por lo que consideraba una tragedia innecesaria.
Pero con el paso de los años experimentó un cambio de corazón. Ahora él dice: «Cada día doy gracias a Dios por lo que pasó. Antes tenía dinero y el deseo de gozar de un estilo de vida pecaminoso. Esta tragedia me ha guardado de eso. Sí, doy gracias a Dios por esto».
Ahora mismo dé gracias a Dios por todo, por las dichas y los pesares, por lo positivo y lo negativo, por el deleite y también por el dolor. Usted no puede convertir las malas noticias en buenas simplemente dando gracias, pero puede hacer las malas noticias más tolerables. Puede honrar a Dios y liberarse de la queja y la ansiedad.
De hecho, descubrirá que la acción de gracias lo cambia todo.
Reflexión y cambio personal
1. ¿Qué quiere decir Pablo exactamente cuando insta a dar gracias en toda circunstancia? ¿Incluye esto tanto las circunstancias buenas como las malas? ¿Por qué cree que es así?
2. ¿Cuál es la diferencia entre la alabanza y la acción de gracias? ¿Por qué razones ofrecemos a Dios cada una de ellas?
3. ¿Por qué el acto de dar gracias es tan importante? ¿Qué afirma y reafirma esto con respecto a la soberanía de Dios?
4. ¿De qué manera nos transforma el dar gracias a Dios? Comente las ideas expuestas en el capítulo acerca de este aspecto de la gratitud.
5. ¿Cómo asume usted el dar gracias en toda circunstancia? ¿Cuáles son algunas maneras en las que puede hacer de la acción de gracias parte de su actitud diaria y una respuesta natural frente a las circunstancias?
6. Versículos adicionales para memorizar: Salmo 100:4-5; Efesios 5:19-20; Colosenses 1:3-4; Santiago 1:2-4.