Prosperidad Verdadera
La forma de vida del pecador ya no se acomoda a la del verdadero creyente; y a la inversa, la forma de vida del creyente no va con la del pecador. Cuando el Espíritu Santo comienza su obra, ya no hay nada que lo detenga.
La forma de vida del pecador ya no se acomoda a la del verdadero creyente; y a la inversa, la forma de vida del creyente no va con la del pecador. Cuando el Espíritu Santo comienza su obra, ya no hay nada que lo detenga.
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