
VIVIR LA VERDAD NOS EXIGE RESPONSABILIDAD
El primer paso para vivir la verdad es ser honestos en cuanto dónde nos encontramos en la vida en nuestro caminar con Dios. En el libro de John Ortberg llamado The Me I Want to Be, el autor habla acerca de la sanidad que brota de lo que significa ser verdaderamente responsables ante otros.
Uno de los momentos más importantes de mi vida espiritual fue cuando me senté con un amigo mío de mucho tiempo y le dije: «Yo no quiero seguir teniendo ningún secreto más». Le conté todas las cosas de las que me sentía más avergonzado. Le hablé de mis celos, de mi cobardía, de la forma en que le hacía daño a mi esposa con mi ira.
Le hablé de mi historia con el dinero y mi historia con el sexo. Le hablé de los engaños y las cosas que lamentaba de mi pasado, y que me mantenían despierto por las noches. Me sentía vulnerable, porque tenía miedo de perder mi conexión con él. Pero para gran sorpresa mía, él ni siquiera apartó de mí la mirada.
Nunca olvidaré lo que me dijo después. «John», me dijo, «yo nunca te he querido más de lo que te quiero en este momento». La misma verdad acerca de mi persona que yo pensaba que lo alejaría se convirtió en un lazo que nos acercó más que antes. Después de esto, pasó a hablarme de los secretos que él mismo había estado guardando.
Dios desea que seamos completos, que sepamos y amemos la verdad en las mismas fibras de nuestro ser: «Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría» (Salmos 51.6). Una de las maneras en la que experimentamos esta entereza es por medio de la confesión. Como Santiago escribió: «Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz» (Santiago 5.16).