
Una Mujer Amable
Sigan amándose unos a otros fraternalmente. No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
Hebreos 13:1-2
Muchas mujeres aman entretenerse y disfrutar de la planificación y preparación que implica recibir invitados. Nos importa ser hospitalarias y aprendimos a serlo de nuestras madres y abuelas.
Muchas mujeres aman entretenerse y disfrutar de la planificación y preparación que implica recibir invitados.
El sentimiento de añoranza de un pasado en el que los vecinos se visitaban en los portales y las visitas inesperadas eran celebradas, casi ha desaparecido. En lugar de eso, nos encontramos encerradas, protegiendo nuestros hogares de los posibles intrusos, y raramente hablando con quienes cruzamos en los pasillos de nuestros empleos.
No le sonreímos a los extraños, porque hemos perdido nuestro sentido de confianza en los demás. No estamos seguras de quiénes son parte del pueblo de Dios en el mundo.
Hoy, todavía puedes recibir a otros con amor y un corazón sincero, dentro de los límites de la seguridad y el buen juicio. ¿Dónde? Puedes dar la bienvenida en la iglesia a quienes asisten por primera vez. Puedes escuchar una necesidad, u ofrecer consuelo cuando te ves impulsada a hacerlo.
Puedes llevarle comida a un vecino enfermo, o un abrigo cálido a quien viva en las calles. Puedes hacer orden en tu ropero y dar a otros las cosas que ya no usas pero que están en buen estado.
Puedes apadrinar a un niño en otro país, para cubrir sus necesidades básicas. Puedes hornear una torta para alguien que esté cumpliendo años en una residencia de ancianos. Puedes alcanzar a los que están a tu alrededor.
Si haces estas cosas, ¿hospedarás ángeles sin saberlo? Tal vez. ¿Serás un ángel para alguien en necesidad? ¡Absolutamente! La hospitalidad es siempre un asunto de corazón. Atiende a la guía de Dios y recibe su instrucción para ti esta semana.