Tres sucesos en años recientes ejercieron una gran influencia en mi vida al abordar el tema del amor radical. Uno fue una reunión en Fresno, California; otro fue al pie del edificio del Congreso, en la capital de nuestra nación, y el tercero en una escuela secundaria de Capistrano, California.
Fresno, California
La noche anterior al encuentro de “El amor verdadero espera”, hablé a 350 desesperados y asustados, pero entusiasmados padres acerca de “cómo hablar a sus hijos acerca de las relaciones sexuales”. Esa noche, les pregunté a esos adultos si, cuando eran más jóvenes, sus padres les habían hablado de una manera positiva y precisa acerca de las relaciones sexuales.
Fueron exactamente doce las manos que se alzaron. La mayoría de esos padres no habían recibido absolutamente ninguna educación sexual en sus hogares, aunque unos pocos de ellos recibieron información negativa. Un hombre dijo: “Al cumplir dieciséis años, mi madre me dio un juego de llaves de nuestro automóvil y mi padre me arrojó un preservativo y me dijo: “Lo necesitarás junto con las llaves”.
La noche siguiente, más de dos mil estudiantes se apiñaban en un centro de reuniones que tenía capacidad para mil cuatrocientas personas. Aquello fue la pesadilla del jefe de bomberos. Invité a los estudiantes a un compromiso de amor radical. Es el tipo de amor que va contra la esencia de nuestra cultura actual.
Cuando concluí, los invité a responder firmando una tarjeta de El Amor Verdadero Espera y traerla al frente. Pude observar a estudiantes que, literalmente, corrían hacia el frente, y cuando ellos veían a un amigo que había tomado la misma decisión valiente de esperar a tener relaciones sexuales hasta después del matrimonio, los abrazaban o se golpeaban mutuamente las palmas de las manos.
Había ahora más de mil quinientos estudiantes que llenaban el frente del auditorio, cantando y festejando la gran pila de tarjetas de El Amor Verdadero Espera que se encontraban sobre los escalones. El aliento de ver a estos estudiantes respondiendo al amor radical fue maravilloso.
Un periodista de la cadena televisiva Fox me entrevistó esa noche preguntándome:
—¿Quiere usted decir que aún hay adolescentes que de verdad están entusiasmados acerca de ser vírgenes?
—No todos caen en la tentación sexual y algunos de estos estudiantes llevarán mucho menos lastre a sus matrimonios debido a su valiente decisión, le respondí.
Me he encontrado con miles de estudiantes que lamentaban profundamente algunas de las decisiones de promiscuidad en su vida, pero nunca me encontré con una persona que esperó hasta su casamiento y que haya lamentado esa decisión.
Washington, D.C.
En el frente del edificio del Congreso de nuestra nación se encontraban más de 200.000 tarjetas de El Amor Verdadero Espera, en las cuales los jóvenes habían expresado su compromiso de un amor radical y pureza sexual. Esa noche, aproximadamente 35.000 personas se reunieron para tener un encuentro de oración y celebrar la decisión positiva de casi un cuarto de millón de estudiantes que estaban a favor del llamado bíblico hacia la pureza sexual.
Mientras caminaba por el centro Washington Capitol Mall y miraba por encima de la multitud y todas esas tarjetas, reconocí una vez más que en medio de una asustadiza cultura, un grupo de jóvenes estaba tomando saludables decisiones. Esa noche, me sentí abrumado con el hecho de que esta generación tenía esperanza.
Escuela Secundaria Capistrano Valley, Capistrano, California.
Estaba parado delante de 24 estudiantes del primer período de la clase de sicología del profesor Leander. El tema que se debatía era la abstinencia sexual y el SIDA. Los estudiantes escuchaban con atención y la conversación era excelente. Entonces jugué un juego llamado “Tomar una posición”. Básicamente, yo hacía una declaración y los estudiantes podían estar de acuerdo o no con esa declaración; luego discutíamos sus opiniones.
Mi declaración fue: “Es una decisión sabia la de esperar hasta el casamiento para tener relaciones sexuales”. Ellos votaron. Ni un estudiante estuvo de acuerdo con esta declaración. ¡Cero! Ese día volví a mi oficina algo desalentado y, no obstante, más motivado aun que antes de ofrecer a los estudiantes la verdad que ellos pueden elegir el mantenerse dentro de un amor radical.
El precio a pagar es alto y ellos se encontrarán dentro de una minoría respecto a sus amigos, pero este amor radical de fidelidad y compromiso cristiano los salvará de muchas angustias y en nuestro mundo actual esto puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Ir “directo al grano”
Durante mis últimos veinte años de trabajar con estudiantes tuve el privilegio de hablar acerca de su sexualidad y ellos me enseñaron muchas cosas. Por ejemplo, me enseñaron que eran lo suficientemente maduros como para debatir hasta los asuntos más delicados.
Tenían el deseo de ser sinceros, honestos y con frecuencia, hasta bastante francos cuando formulaban preguntas o daban sus opiniones. También confiaron en mí con historias de sus propias experiencias y de lecciones que tuvieron que aprender dolorosamente.
En conjunto, siento que en la actualidad los estudiantes desean verdaderamente ser todo lo que Dios quiere que sean. Me he encontrado con centenares de jóvenes cristianos y no cristianos que estaban de verdad interesados en escuchar una perspectiva cristiana acerca de los asuntos con los cuales ellos se enfrentan a diario.
Sin embargo, me temo que demasiados estudiantes tienen una idea increíblemente desviada acerca del punto de vista de Dios sobre la sexualidad. Me encuentro diciéndoles una y otra vez que Dios no es el gran aguafiestas cuando se trata de las relaciones sexuales. Él creó las relaciones sexuales, las considera muy buenas y debido a que les ama, Él les desea lo mejor.