a) Comiendo la palabra traerás gozo y alegría a tu corazón.
Jeremías 15:16 Es decir la palabra traerá alimento a tu alma.
“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mi, oh Jehová Dios de los ejércitos.” Aunque Jeremías esta haciendo un reclamo a Dios (vs10,11,15,17,18) dice sobre el consuelo que recibió a través de la palabra.
Ezequiel 3:1,3 Me dijo: “Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel” v3 “Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue a mi boca dulce como la miel.” Antes que la palabra nos pueda sanar es necesario asimilarla, y esta dará un sabor dulce al alma, esperanza y sabiduría.
b) La palabra consume toda impureza como fuego consumidor.
Levítico 15:31 “Así apartareis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no mueran por sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que esta entre ellos.”
Dios quiere limpiar el tabernáculo de toda impureza, ahora el tabernáculo somos nosotros mismos, por lo que Dios demanda habitar en un lugar santo, porque el es Santo.
c) La palabra quebranta toda dureza de corazón. Porque es como martillo tu palabra
Jeremías 23:29 “No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra.” 2 Co 10:4,5 “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”
Esta es una palabra PODEROSA. Pero esto demanda una decisión de querer crecer en el conocimiento. Es necesario invertir tiempo buscando la presencia de Dios, y en este proceso, el Espíritu Santo moldeará y transformará todo nuestro ser a la imagen de aquel que nos llamó y nos sacó de la prisión de muerte.
d) La palabra limpia y purifica. Porque ella misma es limpia y pura.
Proverbios 30:5 “Toda palabra de Dios es limpia, El es escudo a los que en El esperan.”
Salmo 119:140 “Sumamente pura es tu palabra y la usa tu siervo.”
e) Debes ejecutar las palabra. Debes decretar, creer y pararte debajo de las promesas expresadas en Isaías 53:4-6 “Ciertamente el llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Más El herido fue por nuestras rebeliones, molidos por nuestros pecados; el Castigo de nuestra paz fue sobre El, y por sus llagas fuimos nosotros sanados.”
Obviamente la voluntad de Dios no es que su pueblo viva enfermo del alma y del cuerpo, lleno de padecimientos y dolores porque ya se pagó un precio muy alto. Créalo, arrebate la bendición y comience a ser un hacedor de la palabra y no un oidor olvidadizo.
Empiece a luchar por lo que por derecho le pertenece: LA SANIDAD DE TU ALMA.
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