Cuando Dios lo creó a usted, tenía en mente una cierta tarea que Él quería que se realizara en la tierra. Por eso, lo creó a usted con las habilidades idóneas para llevar a cabo esta obra mejor que cualquier otra persona.
De igual manera, nadie puede alabar a Dios o relacionarse con otras personas exactamente como lo hace usted.
Su sentido del humor es muy particular, y también su manera de servir a los demás, de cantar, de contar historias, de levantar un negocio y de decorar su hogar. ¡Nadie puede hacer todo esto como lo hace usted! Usted aporta algo al mundo que ninguna otra persona puede aportar. Dios se deleita en usted de una manera muy especial.
Ese destino único, ese sueño, ese “algo” especial que usted hace mejor que nadie está destinado a cambiar el curso de la historia. Hay un momento en la vida de toda persona en que su sueño y su destino pueden influir en la vida de millones, y tal vez miles de millones de personas.
En su vida surgirán oportunidades que Dios ha planificado de antemano para que usted pueda cumplir su destino y así marcar para siempre a muchas personas. Tal vez haya sido rechazado de adulto, o quizás haya vivido una vida completamente egoísta y sin sentido hasta este punto. Con todo, usted está aquí por una razón especial, y esa razón se encuentra en el sueño que está en su corazón.
¿De dónde vienen los sueños? Los sueños no provienen de los hombres. Su sueño ni siquiera se originó en su persona. Mora en usted, pero fue Dios quien lo puso en su corazón. ¡Él es la fuente de su sueño!
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