Sacudido por protestas y saqueos, uno de los países más prósperos y estables de América Latina enfrenta una crisis sobre la desigualdad.
Durante el fin de semana se desencadenó una ola de protestas en Chile ocasionada inicialmente por un aumento en las tarifas del metro que luego devino en saqueos generalizados, vandalismo e incendios intencionales.
El presidente Sebastián Piñera declaró un estado de emergencia, impuso toques de queda y ordenó a las fuerzas armadas que restablecieran el orden, medidas que resultan estremecedoras para los chilenos que vivieron el periodo represivo del gobierno militar en los años setenta y ochenta.