LA NECESIDAD DE PENSAR
Isaías 1:3
Reflexión
1. ¡Cuán ciertas son las palabras del poeta Hood! «Pero el mal es obrado por carencia de pensamiento, así como por carencia de corazón.» 2. Los padres saben cuán cierto es esto. Mucho del dolor y de las tristezas que sufren por las acciones de sus hijos no se deben a la falta de corazón, sino a la falta de pensamiento.
3. «Fulano de tal es muy desconsiderado», decimos a menudo. Es la simple ausencia de atención lo que causa muchos de los dolores y tristezas de la vida.
4. Observemos el lastimero lamento de Dios en Isaías 1:3. Incluso el buey y el asno eran más considerados que Israel. Dios había alimentado a Israel y se había cuidado de la nación, pero ellos ni le amaban ni se cuidaban de Él, y todo esto era resultado de no pensar. Hasta los mismos animales sienten más gratitud hacia nosotros por lo que les damos que nosotros a Dios por lo que Él nos da.
5. Sí, a veces decimos: «¡Si tan solo la gente pensase!» Observemos el llamamiento de Dios a pensar, en relación con el perdón de los pecados en el versículo 18.
6. Ésta no es una época en que la gente piense.
7. Pero, ¿qué debo considerar yo? Cinco cosas.
I. «Cuando veo tus cielos» (Sal. 8:3).
1. El estudio de los cielos era la ocupación favorita de los pastores orientales.
2. Fue en Oriente que tuvo su origen la ciencia de la Astronomía.
3. ¿Consideras alguna vez los cielos? Miremos allá con mayor frecuencia.
4. David, el escritor de este Salmo, había sido pastor, y a menudo, mientras guardaba las ovejas de su padre, consideraba los cielos.
¿Cuál fue el resultado de su meditación?
a. Su grandeza hace que el hombre parezca muy pequeño y mezquino.
Sin embargo, en lugar se dice que Dios ame a las estrellas, sino al hombre. El hombre vale más que muchas estrellas o soles.
b. La serenidad de sus revoluciones avergüenzan las exigencias y las pasiones de los hombres. Es Longfellow quien habla de una estrella como:
«Tan callada y santa, Sin impaciencia o inquietud, ni ira o enojo».
c. Su orden avergüenza nuestro desorden. Ellas obedecen los mandamientos de Dios. Aquí no hay más que luchas, discordias, y desobediencia. Así, del estudio de las estrellas cobro muy pocos ánimos.
II. «Considerad los lirios del campo» (Mt. 6:28).
1. Un anciano llamó a las flores «sonrisas de Dios». ¡Cuán a menudo sonríe Él, entonces! Las estrellas son las flores de los cielos, y las flores son las estrellas de la tierra.
2. Al considerar los lirios, observo su pureza y belleza, pero esto sólo condena mi impureza y fealdad.
III. «Considerad los cuervos.» Dios los alimenta (Lc. 12:24).
1. RECUERDA QUE SON IMPUROS. ¡Seguramente que Dios no hará nada por ellos! Ah, ¡maravilla de maravillas!, ¡Él sí se cuida de los cuervos!
2. SE ENCONTRÓ LUGAR PARA LOS CUERVOS INCLUSO EN EL ARCA, y Dios los empleó como sus siervos para alimentar a Elías. Yo soy como un ciervo–impuro–pero Dios tiene un pensamiento para mí, y ha hecho provisión para suplir a mis complejas necesidades.
IV. «Considerad, pues, a Aquel» (He. 12:3).
1. ¡Qué tema para el estudio! Nunca podrás agotar este tema.
2. Su grandeza, calma, obediencia, pureza, belleza, me arrebatan. La belleza y el orden y la grandeza de las estrellas y de los montes se difuminan y quedan reducidos a una insignificancia.
3. Pero al considerar su muerte, descubro que es vida para mí.
V. Considerémonos unos a otros para estimularnos (He. 10:24).
1. ¡Oh, sí, vale la pena que se nos considere! Hay algo que debemos admirar.
2. ¿Pero por qué? Para estimularnos unos a otros, para animarnos mutuamente al amor y a las buenas obras.