Una misionera daba una “instrucción bíblica” en un salón Hindú, cuando una de las demás asistentes se levanto rápida y salió.
Pasando un instante volvió, se sentó y siguió escuchando, ahora con la máxima atención, las palabras de la extranjera.
Al fin da la conferencia, ésta se atrevió a preguntarle:
– ¿Qué os ha hecho salir del salón con tanta rapidez, señora? ¿Os molestó algo que yo estuviese enseñando?
La dama hindú, seria, con vos solemne, contestó:
– Nos decías cosas tan hermosas, tan deseables de que fuesen ciertas, que yo salí.. Para preguntar a vuestro servidor, el “Chofer”, cómo vivíais en el seno de vuestro hogar.
El, por su respuesta, me convenció que vivíais lo que enseñáis, y por esto volví para escucharos más atentamente.
Ahora os pregunto: ¿Queréis ayudarme para que pueda yo también hallar a Jesucristo para que yo también posea la fuente de esa vida pura que nos predicáis con la palabra y el ejemplo?