Qué Hacer Cuando tu Carga te Abruma. Muchos comienzan con fervor en la obra de Dios, pero al perder la comunión con Cristo, la fatiga los vence.
Qué Hacer Cuando tu Carga te Abruma. Ante el peso que parece aplastarte, recuerda que no todas las cargas están destinadas a ser llevadas en soledad. Dios nos llama a distinguir entre aquellas que Él mismo ha puesto sobre nosotros y las que surgen del pecado o la duda.
“Echa sobre Jehová tu carga”. (Salmo 55:22)
Hemos de distinguir la diferencia entre las cargas que debemos llevar y las que está mal que llevemos.
Nunca deberíamos llevar las cargas ni del pecado ni de la duda, pero hay otras cargas que Dios nos ha puesto encima y que no tiene la intención de levantar, porque desea enseñarnos que debemos echarlas sobre Él, literalmente «echad vuestra carga», la que Él mismo nos ha impuesto, «sobre Jehová…».
Si optamos por servir a Dios y llevar a cabo Su obra pero perdemos el contacto con Él, el peso de la responsabilidad que soportaremos será abrumador y acabará por aplastarnos.
No se trata de abandonar la responsabilidad, sino de compartirla con Él. Al hacerlo, la carga se aligera, no porque desaparezca, sino porque Su compañía transforma el peso en una oportunidad para conocerle más.
Pero si echamos sobre Dios las cargas que Él haya puesto sobre nosotros, Él asumirá la responsabilidad, reemplazando la sensación de asfixia por el conocimiento y comprensión acerca de Él mismo y de Su presencia.
Muchos siervos del Señor se lanzan a la Obra con no poco valor y adecuados motivos, pero sin comunión íntima con Jesucristo, por lo que pronto se ven derrotados.
No saben qué hacer con sus cargas, y ello produce fatiga en sus vidas. Y quienes los contemplan, dicen: «¡Qué final más triste para algo que tuvo unos comienzos tan buenos!»
«Echa sobre Jehová tu carga…». Has intentado soportar todo el peso con tus propias fuerzas, pero necesitas poner deliberadamente un extremo de tu carga sobre el hombro de Dios.
«… el principado [será] sobre su hombro» (Isaías 9:6). Encomienda a Dios cualquier carga que Él haya puesto sobre ti.
Sencillamente, no la apartes ni la arrojes, sino ponla sobre Él y colócate a ti mismo juntamente con ella.
Verás que tu carga es entonces aligerada por el sentimiento de la comunión con Él y el compañerismo.
Comparte con Él tu carga, nunca intentes desentenderte de ella.