El Gozo de la Adoración

Nos regocijamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo por que Él se ha revelado a nuestros corazones.

GOZO SANTO

Lucas 1:46-55

«Belén y el Calvario:
Un niño humano para que Dios pueda morir;
Este el misterio maravilloso.
Belén y el Calvario:
Dulce imagen de humildad,
Y del infierno y la tierra la hostilidad».
Belén y el Calvario son los dos polos de la gracia divina y de la culpa humana. En lo primero vemos la evidencia del amor de Dios al hombre, y en lo segundo la prueba del odio del hombre contra Dios. En este capítulo tenemos tres santos cánticos:

1 El cántico de Elisabet (vv. 41, 42).
2 El cántico de María (v. 46).
3 El cántico de Zacarías (v. 67).

Es con el cántico de María que vamos a ocuparnos ahora de manera especial. Es placentero pensar en María cantando. ¿Acaso alguna voz mortal cantó un cántico más dulce que éste? Su gozo era santo, profundo, divinal. Era:

I. Gozo espiritual. «Mi espíritu ha saltado de gozo» (v. 47). Las nuevas de la gracia de Dios, eI el don de su Hijo, llenaron su alma de gozo, e hicieron cantar a su espíritu. El Evangelio de Dios está dispuesto para alcanzar al mismo espíritu del hombre, para tocar y reavivar el más íntimo manantial de su ser. Los cánticos externos del hipócrita y los cánticos sentimentales del mundo nunca penetran al espíritu necesitado del hombre.

II. Gozo en Dios. «Mi espíritu ha saltado de gozo en Dios» (v. 47). Dios se reveló a Sí mismo, y fue conocido por María en el don de su Hijo, y de tal manera conocido y creído que su espíritu saltaba de gozo en Dios.

No se puede decir de nosotros que conocemos a Dios si en nuestro espíritu no nos regocijamos en Él. Nos regocijamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Ro. 5:11). El gozo que es en Dios es puro e intachable, y puede ser inmutable y eterno.

III. Gozo de salvación. «Mi espíritu se regocijó en Dios mi Salvador» (v. 47). ¡Cuán cerca se aproxima a su Dios el corazón de la madre virgen con estas palabras: «MI SALVADOR». María necesitaba un Salvador, y lo encontró en el Hijo del Altísimo, engendrado en ella por el poder del Espíritu Santo. ¿Dónde y de qué otra manera podemos encontrarlo? Mi Señor y mi Dios. Cristo mora en nuestros corazones por la fe.

IV. Gozo de alabanza. «Engrandece mi alma al Señor» (v. 46). Incluso el gozo de la salvación puede ser un gozo egoísta, pero el gozo de la adoración glorifica a Dios. Ana también conoció este doble gozo. Gozo en la salvación del Señor, y gozo en el Señor mismo (1 S. 2:1). «Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre» (Sal. 34:3).

V. Gozo lleno de gratitud. «Porque ha puesto sus ojos sobre la pequeñez de su esclava» (v. 48). Ella está profundamente consciente de que nunca podría merecer el excepcional honor que le había sido conferido. Tampoco vosotros.

Cada uno de los que conocen a Dios y vive en la luz de su presencia no puede dejar de estar consciente de su total indignidad de tal amor y favor. Es cuando, como María, estamos en pequeñez que el Señor nos levantará. Humíllate a ti mismo, y Él te honrará (Sal. 138:6).

VI. Gozo esperanzado. «Pues he aquí que desde ahora me tendrán por dichosa todas las generaciones» (v. 48). Ella fue verdaderamente bendecida, y bendecida a través de todas las generaciones, todo ello debido a su estrecha relación con el Señor de ella y nuestro.

¿No podemos aprender de esto que es nuestra cercanía a Cristo lo que va a afectar a nuestros hijos y a las generaciones aún venideras? La memoria de los malvados se desvanecerá, se corromperá como un árbol sin raíz y sin vida, pero los plantados junto al río jamás se marchitarán (Sal. 1:3).

VII. Gozo razonable. «Porque ha hecho por mí grandes cosas el Poderoso » (v. 49). Cuando estamos verdaderamente conscientes de que el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros y en nosotros, por la poderosa operación de su Espíritu Santo, el gozo se hace, por así decirlo, natural.

El fruto del Espíritu es gozo. El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, por lo cual estamos alegres (Sal. 126:3). Piensa en estas cosas. Aquel que es poderoso sigue siendo capaz de hacer grandes cosas por nosotros (Ef. 3:20).

VIII. Gozo que constreñía a testificar. En los siguientes versículos (50-55) María testifica de:

1 EL PODER DE DIOS. «Desbarató a los arrogantes en el pensamiento del corazón de ellos. Abatió de sus solios a los potentados, … y a los ricos despidió con las manos vacías.» El brazo poderoso para salvar es también poderoso para abatir a todo lo que se exalta contra Dios. Los que conocen el gozo del Señor conocen también esto.

2 LA GRACIA DE DIOS. «Su misericordia alcanza… a los que le temen.» «Exaltó a los de humilde condición.» «Colmó de bienes a los hambrientos.» «Por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no proviene de vosotros, pues es don de Dios» (Lc. 18:14). Son los hambrientos y sedientos que son llenados (Mt. 5:6). Nuestro testimonio será bendecido si es dado como María dio el suyo.

Sigueme
Latest posts by Sigueme (see all)