EL BÁCULO IMPOTENTE DEL PROFETA ELISEO. Bosquejo Bíblico basado en 2 Reyes 4:31
«Giezi… había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido» (2 R. 4:31).
El báculo era el del profeta Eliseo, y era indudablemente un buen báculo, bien idóneo para cumplir la misión de un báculo, pero impotente para dar vida a un muerto.
Hay muchas cosas que son buenas como ayudas en su sitio, pero que son absolutamente impotentes para salvar el alma del pecado y de la muerte. Tenemos, por ejemplo:
I. El báculo de la crianza religiosa. Éste es un hermoso báculo, y muy profético en cierto modo. Es una gran ventaja ser instruido desde pequeño a honorar y respetar lo religioso. Pero confiar en ello como capacitando para el Reino de Dios es lo mismo que confiar en una caña quebrada. «El niño no despierta».
II. El báculo de la oración regular. Éste es otro buen báculo, bueno en sí mismo, y en el que se depositan esperanzas para que dé vida a los muertos. «He orado desde mi juventud.» Muy bien, pero las oraciones muertas no pueden dar más vida que un báculo inerte.
No somos salvos debido a que oramos, pero empleamos la oración como báculo para presentarnos al Dios de salvación.
III. El báculo de las buenas obras. Las buenas obras son siempre buenas, pero los que se apoyan en ellas para que les abran la puerta del cielo están siempre jactándose de sí mismos, porque no se sienten en deuda con nadie por la esperanza que está en ellos.
Van cojeando apoyados en estas dos muletas de lo que han hecho y de lo que no han hecho. Se apoyan en brazo de carne, y rehusan el brazo de Dios.
IV. El báculo de una parentela piadosa. Tener buenas relaciones en el sentido religioso es algo por lo que se debe tener gratitud, pero recordemos que Judas tenía también buenas conexiones, y que el rico que «en el Hades alzó sus ojos» (Lc. 16:23) era hijo de Abraham.
La mujer de Lot gozaba también de buenas conexiones, pero pereció. Si confías en este báculo, te estás confiando a una cuerda quemada.
V. El báculo de la membresía eclesial. Los que se confían a esta muleta para salvarles generalmente se apoyan pesadamente sobre ella. Dan gran diligencia a oír la predicación de la Palabra al menos una vez a la semana, y nunca se pierden la comunión si se encuentran bien.
Parecen creer que cada vez que participan de una comunión ganan una marca de favor en el Libro de la Vida. Bueno es emplear los medios de gracia, como se emplearía el vaso colgando de una fuente; pero confiar en ellos es permanecer en tus pecados.
VI. El báculo del conocimiento de las Escrituras. Este báculo es quizá el más ornamental de todos; al menos, está bien barnizado. Los que se apoyan en él para salvación parecen muy sabios. No les puedes decir nada nuevo; lo han sabido todo desde su juventud.
Pero son totalmente ajenos a la nueva vida engendrada por el Espíritu de Dios. Dicen: «Sabemos», y luego preguntan: «¿Cómo puede un hombre nacer, siendo viejo?» (Jn. 3:4). La vida no se encuentra en escudriñar las Escrituras, sino en Cristo.
VII. El báculo de la fe histórica. Este báculo parece ser largo y fuerte, por lo que muchos hay que esperan la vida mediante él.
Creen en la Biblia, el Credo, y la Confesión de Fe; creen en el Cielo y en el Infierno, en Cristo y en el Diablo, en demonios y en ángeles, y en todo lo que está en la Biblia, así como creen todo lo que está en los libros de Historia, y con el mismo resultado. Son muertos en vida.