LA TIERRA PROMETIDA Deuteronomio 9-11
«Lo que Él quiera, yo digo que debo hacer; Lo que debo, digo que quiero; Al Él mandar dice expresamente Lo que Él quisiera que yo llegue a cumplir.Mientras Él ordena creo yo Que lo que Él pide Él dará; Obedecerle a Él, eso es vivir.»
Canaán puede representar de modo apropiado la herencia presente del creyente, aunque muchos parecen contentarse con morar en el desierto con la promesa de «pan y agua», en lugar de proseguir para lograr una plena liberación y gozosa abundancia (He. 3:17). En base de los capítulos citados podemos aprender:
I. El carácter de la posesión. «Es una tierra regada por las lluvias y sobre la que está la atención de Dios continuamente» (véase 11:10-12).
Y puede tipificar la gracia y la plenitud que nos han sido dadas por Dios en Jesucristo (Jn. 1:16, 17).
II. Las dificultades que deben ser de esperar. «Naciones más numerosas y más poderosas que tú» (9:1, 2). Pablo nos habla acerca de estos más poderosos en Romanos 7, y también cómo vencer, en el versículo 25.
III. La condición a recordar. «No pienses en tu corazón… diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra», etc. (9:5, 6). La condición de recibir una mayor bendición no reside en nuestra justicia, sino vaciedad (Is. 40:29).
IV. Las actitudes a mantener. En el capítulo 10:12 se les exhorta: 1) a temer; 2) a andar; 3) a amar; 4) a servir; 5) a guardar; y en el capítulo 11:22 6) a apegarse (véase 2 Pedro 1:8).
V. La fe a ejercitar. «Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será vuestro» (11:24). En aquel momento en que los pies de la fe se posen sobre la promesa, la bendición queda asegurada (Mr. 11:24).
VI. La promesa en la que confiar. «Es Jehová tu Dios el que va a pasar delante de ti» (9:3). Yo moraré en ellos (2 Co. 6:16). Es Dios en nosotros que hace las obras (Jn. 14:10).
VII. La victoria a lograr. «Nadie se sostendrá delante de vosotros», y el temor de vosotros será sobre la tierra (11:25. ¿Cómo se corresponde con esto la actual Iglesia» (Hch. 6:10; Lc. 21:15).