Palmera
El único tipo de palmera que se conoce en el mundo bíblico es la phoenix dactilifera, conocida comúnmente como palma datilera (en hebreo, tamar; en griego, foenix). Es una planta delgada y alta cuyas flores masculinas y femeninas nacen en diferentes árboles. Crece en los oasis del desierto de Sinaí (Éxodo 15:27, Números 33:9), en la zona costera al sur de Gaza y en el «redondel del Jordán» (depresión jordánica cerca del mar Muerto) en las inmediaciones de Jericó, a esto se debió que a este lugar se le llamara «ciudad de las palmeras» (Deuteronomio 34:3, 4, Jueces 1:16, 3:13, 2 Crónicas 28:15). Otras ciudades (Génesis 14:7, Jueces 20:33, 1 Reyes 9:18, Ezequiel 47:19, 48:28, Hechos 27:12) recibieron este nombre por la abundancia de palmeras y por el culto que se le daba a esta planta.
La palmera es una planta cuyos usos han participado del desarrollo de los pueblos antiguos. Sus frutos y ramas se utilizaban en las fiestas religiosas, sobre todo en la Fiesta de los Tabernáculos, por el énfasis campestre de esta fiesta (Levítico 23:40, Nehemías 8:15, Juan 12:13, Apocalipsis 7:9). Con los dátiles se hacían tortas y las hojas servían para elaborar cierto material sobre el cual escribir.
La palmera se utilizó también en la ornamentación del templo (Ezequiel 40:22, 31, 34). Su figura se usó en la decoración arquitectónica (1 Reyes 6:29, 32). Asimismo, apareció en las monedas de la época helenística. Su nombre se utilizó como nombre propio femenino (2 Samuel 13:1). Es símbolo de victoria y regocijo (Juan 12:13, Apocalipsis 7:9), de abundancia y longevidad, debido a que vive hasta 200 años (Salmos 92:12–14). Se empleó en la poesía hebrea para cantar la belleza de la esposa (Cantares 7:7, 8) y para adornar los relatos bíblicos (Jueces 4:5).
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