Publicano

Publicano:
Cobrador de impuestos y derechos aduaneros. Primeramente como república y después como imperio, Roma conquistaba diversos estados y extendía su dominio sobre ellos; luego los gobernaba mediante procuradores romanos o dinastías indígenas, e imponía obligaciones fiscales que sus propios oficiales administraban para tal efecto. Al principio, por tanto, publicano fue un título honroso, aplicado a estos oficiales que atendían el «interés público» al administrar el cobro de impuestos y derechos aduaneros.

Los jefes de los publicanos solían nombrarse entre los caballeros de la sociedad romana, y para el nombramiento el estado vendía a subasta el derecho oficial. Este quedaba obligado a entregar al gobierno de Roma una cantidad estipulada, pero el sistema se prestaba a abusos; el publicano podía obtener más de lo acordado y embolsarse el saldo.

Naturalmente, los jefes necesitaban subordinados para poder dividir su región en distritos más pequeños, y a su vez estos subordinados buscaban empleados para la tarea ingrata de sacar el dinero directamente de los súbditos. Autores como Livio y Cicerón señalan que los publicanos habían adquirido mala fama en sus días, a causa de los referidos abusos.

Los subordinados inferiores en la jerarquía de los recaudadores de impuestos solían ser nativos del lugar donde trabajaban y, por tanto, en Palestina la mala fama general de los publicanos fue más aguda. Los judíos que se prestaban para este trabajo tenían que alternar mucho con los gentiles y, lo que era peor, con los conquistadores; por eso se les tenía por inmundos ceremonialmente (Mt 18.17).

Estaban excomulgados de las sinagogas y excluidos del trato normal con sus compatriotas; como consecuencia, se veían obligados a buscar la compañía de personas de vida depravada, los «pecadores». Su tendencia a cobrar más de lo debido, y su exclusión de la sociedad religiosa, se destacan en pasajes como Mateo 9.10–1321.31Lucas 3.12s15.1.

Sin duda → Zaqueo era «jefe de los publicanos» en el distrito de Jericó, y aun siendo rico participaba de la ignominia de su profesión. Por eso resultaba del todo «revolucionaria» el que Jesús fuera a hospedarse en la casa de aquel (Lc 19.1–10).

Mateo, en cambio, era del rango inferior de publicanos (Lc 5.27ss) antes de recibir su vocación como apóstol. Quizá fue uno de los modelos para la parábola del publicano arrepentido y el fariseo engreído (Lc 18.9–14) (→ tributo).

Bibliografía:
EBDM, V, col. 1331s.

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