Samaritanos: Término que en el Nuevo Testamento señala a los habitantes de → Samaria, raza mixta que resultó de la fusión del remanente israelita con los gentiles que los asirios llevaron a la región después de la caída de Israel (722 a.C.). Hoy se refiere a la pequeña comunidad religiosa que vive en la misma región.
La historia de los samaritanos no se conoce en su totalidad. Hay pocas referencias históricas a ellos y su propia literatura es de fecha reciente.
Según el punto de vista judío, los samaritanos son descendientes de los gentiles que los asirios llevaron a Israel después de la conquista y la deportación de los israelitas (2 Reyes 17–18). Su religión es sincretista, como lo indica 2 Reyes 17:32, 33, donde se mezclan tradiciones cananeas con la religión hebrea.
Según el punto de vista samaritano, ellos son los verdaderos descendientes de los israelitas. No todos los israelitas fueron llevados cautivos, y muchos de los que fueron al cautiverio pudieron regresar.
Monte donde el rey Omri, del reino del norte, edificó la ciudad de Samaria. Hasta la caída de la nación en 722 a.C., continuó siendo la ciudad capital de Israel.
La verdad probablemente está entre estos dos puntos de vista. Según los archivos de los asirios, → Sargón llevó cautivos solo a 27.290 israelitas. Evidentemente muchos quedaron en su tierra. Y también hay que recordar que la influencia de las religiones extranjeras era mucho más fuerte en Israel que en Judá.
Es, pues, posible considerar la relación entre los judíos y los samaritanos como una continuación de la antigua hostilidad entre la fe pura de Judá y la diluida fe de Israel. Esta hostilidad llegó a su punto culminante cuando los samaritanos edificaron un templo rival en la cumbre del monte Gerizim, probablemente a finales del siglo IV a.C.
El rey → Macabeo Juan Hircano destruyó este templo, pero los samaritanos continuaron venerando su monte sagrado y celebrando en él sus cultos. En el tiempo de Jesús, el ser samaritano era motivo de amargo desprecio (Juan 8:48), y los judíos trataban de evitar todo contacto con ellos (Juan 4:9). Jesús, sin embargo, varias veces puso como ejemplo a un samaritano para mostrar que ante Dios no hay acepción de personas (Lucas 10:33–37; Juan 4).
Los romanos, incluso bajo los emperadores cristianos, persiguieron a los samaritanos hasta el 636 d.C., cuando el pueblo cayó bajo el poder de los musulmanes. Hoy día existen dos pequeños grupos de samaritanos, uno en la ciudad de Nablus (antigua Siquem), cerca del monte → Gerizim, y otro cerca de Tel Aviv.
Los cinco puntos cardinales de la fe samaritana son:
- La fe en Jehová como el único Dios.
- La creencia que Moisés es el apóstol supremo de Dios.
- La convicción de que la Torá es el único libro sagrado.
- El reconocimiento del monte Gerizim como el lugar que Dios escogió.
- La esperanza de que habrá un día de recompensa y de castigo.
Sacerdote samaritano despliega un rollo de los cinco libros de Moisés, los únicos libros del Antiguo Testamento que aceptan como autoridad.
Junto con el tema del día final está la idea de un restaurador quien en aquel tiempo aparecerá para anunciar la nueva era. No será Mesías en el sentido judío, sino más bien será el profeta de Deuteronomio 18:18 que los judíos identificaban con Elías. Él convertirá el mundo a la fe verdadera.
Los samaritanos son una comunidad religiosa gobernada por un sumo sacerdote. Observan la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura, el Pentecostés y la Fiesta de los Tabernáculos.
En la cumbre del Gerizim matan el cordero pascual en vísperas de la Pascua y lo comen según las leyes de la Torá. Cumplen escrupulosamente con las leyes tocantes al sábado. El día más sagrado del año es el Día de la Expiación en que todo samaritano tiene que observar un ayuno total.