Secta

Secta. Término que se usa cinco veces en la Reina Valera 1960 para traducir la palabra griega haíresis, que en ocasiones también se traduce «herejía».

Originalmente la voz griega significaba secta, escuela o partido, pero en la época helenística llegó a denotar una escuela o doctrina filosófica de enseñanzas particulares. No tenía todavía el sentido especial de desviación u oposición a la ortodoxia que le da el Nuevo Testamento.

Significaba más bien una dirección o tendencia dentro de la ortodoxia, y por tanto los «sectarios» no merecían reprobación. Este sentido se mantuvo dentro del judaísmo, el cual estaba dividido en varias sectas.

Lucas, quien escribió bajo la influencia de la terminología helenística y judía, usa haíresis particularmente en el contexto de la iglesia naciente. En Hch 5:17 se refiere a los saduceos; en 15:5 y 26:5 a los fariseos. En forma análoga en 24:5 habla de la «secta de los nazarenos», al referirse a los cristianos.

En un principio los enemigos del cristianismo, tanto judíos como gentiles (y aun algunos cristianos sobre todo al principio en Jerusalén), vieron en este una secta más dentro de la ortodoxia judía, y el término adquirió así los primeros sobretonos peyorativos (cf. Hch 28:22) que advierten la pronta ruptura entre iglesia y sinagoga.

Más allá del uso explícito de secta o háiresis, el Nuevo Testamento refleja la tensión que aún existe en el cristianismo como movimiento centrífugo y centrípeto. Los Evangelios y las Epístolas advierten contra el sectarismo excluyente (Mc 9:5, 738–41Mt 17:4–7Lc 9:33, 3449:51 Co 3:1–93 Jn 9–10), al mismo tiempo que reclaman una lealtad incondicional hacia el Señor hasta el punto de excluir a los que se apartan de la verdad apostólica (Mt 12:3011:231 Ti 1:202 Ti 1:17–19).

Cuando la integridad de la fe cristiana es amenazada seriamente por movimientos sectarios, durante los siglos I y II de nuestra era, la misma dinámica se hace evidente en el intenso debate y análisis textual sobre la autenticidad de los numerosos evangelios y epístolas que circulaban, hasta llegar a un consenso sobre el canon.

Posteriormente, cuando el cristianismo se proclamó la religión oficial del Imperio Romano, abundaron los movimientos disidentes hasta desembocar en la Reforma Protestante.

La iglesia oficial los excomulgó por sectarios y herejes. Si lo fueron no se sabe, porque lo poco que conocemos acerca de la mayoría de estas sectas fue escrito por representantes de la iglesia dominante y mucho de lo que se dice de ellos es tendencioso.

Resulta evidente, sin embargo, que la mayoría de los disidentes rechazaron a una iglesia rica y poderosa que se había apartado de la experiencia religiosa a la que ellos aspiraban. En el mundo de habla castellana, hasta no hace mucho, los protestantes eran considerados herejes. Aún hoy, algunas personas mal informadas siguen llamando sectas a las iglesias de mayor crecimiento.

En términos sociológicos, una secta es un grupo minoritario que se aparta de una institución reconocida con el fin de preservar la pureza de sus creencias fundamentales. La secta suele ser una primera etapa en el proceso de institucionalización de un movimiento eclesial, como ha ocurrido desde el Nuevo Testamento hasta hoy.

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