Siervo de Jehová

Siervo de Jehová. Título que se da a la persona descrita principalmente en Isaías 52:13–53:12.

La expresión misma no se usa en los pasajes clásicos en que se alude a esta persona, pero Jehová la llama «mi siervo» (Isaías 42:149:3, 652:1353:11); y a veces Israel, hablando de sí mismo y en relación con Jehová, se llama «su siervo» (p. ej., Isaías 49:5).

La palabra hebrea que se traduce aquí → siervoebed (al igual que el vocablo griego, dulos), es la misma que se usa para designar a un esclavo; pero en el caso de las relaciones con la deidad, expresa una sumisión obediente más que una condición social.

Ser siervo de Jesús representa un privilegio; expresa una relación de íntima comunión con el Señor, establecida esta por los lazos de una alianza mutua (→ Pacto).

Es estar dispuesto a la obediencia total, consciente de que tal obediencia conduce al sufrimiento y quizás a la muerte; pero el Señor, en virtud de la misma alianza, exalta hasta lo sumo.

Por tanto, la relación entre sumisión y exaltación nace de una alianza eterna: Señor y siervo que actúan juntos, impulsados por el amor, para consumar el plan de redención.

Todo el que adora y sirve a Jehová puede llamarse su siervo, como en efecto sucede en multitud de pasajes del Antiguo Testamento. Inclusive a → Nabucodonosor, rey de Babilonia, se le llama de esta manera (Jeremías 25:927:643:10), y a → Ciro el persa se le llama «ungido» (Isaías 45:1), porque ambos sirvieron, aunque sin saberlo, para los propósitos redentores de Jehová.

Pero en el caso específico que nos ocupa aquí, nos referimos al siervo de Jesús mencionado en los llamados «cánticos del siervo de Jesús» que se encuentran en Isaías, y a su correspondiente interpretación en el Nuevo Testamento.

Estos cánticos son cuatro (posiblemente cinco) y se distribuyen así: Isaías 42:1–449:1–650:4–9; y 52:13–53:12. No es de extrañar que desde la consignación de estos cánticos en la profecía de Isaías, ca. 550 a.C. (→ Isaías, Libro de), se iniciara lo que ha venido a constituir una verdadera ciencia exegética encaminada a tratar de interpretar a quién o a quiénes se aplica este título.

Los primeros cánticos parecen definir al siervo de Jesús como colectividad (e.d. la nación de Israel); después de un estrechamiento paulatino notorio a través de los cánticos, el cuarto cántico parece definirlo como un individuo (cf. la reseña en DBH). El consenso actual es que los cánticos son profecías predictivas del Mesías (→ Cristo).

En cuanto a la interpretación que el Nuevo Testamento ofrece, no cabe duda de que el siervo de Jesús de los cánticos de Isaías es Jesucristo. Después de desdoblar el rollo de Isaías en la sinagoga de Nazaret y leer en 61:1, 2a (pasaje que algunos consideran el quinto cántico del siervo de Jesús) Jesús enrolla el volumen (BC) y dice: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros» (Lucas 4:21).

El Señor mencionó con insistencia que sus sufrimientos se habían anunciado con anterioridad (Mateo 26:24, 54, 56Marcos 9:1210:45Lucas 18:3124:25ss, 46), y resultaría temerario no reconocer la temática de Isaías 53 en sus muchas expresiones relacionadas con su misión.

Para los primeros misioneros convencidos de la resurrección de Jesús esta conexión era elemental y clara: cuando el etíope formula la pregunta «¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo o de algún otro?», Felipe no vacila en aplicar el pasaje a Jesucristo (Hechos 8:31–35).

Pablo se hace eco de Isaías 53 en su magistral pasaje de Filipenses 2:5–11. La Epístola a los Hebreos con su tema de humillación y exaltación de Cristo, sugiere un intento de exégesis de este mismo cap. de Isaías. Y, finalmente, el tema vuelve a ser presentado en el último libro de la Biblia.

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