Verbo

Verbo. (en griego, logos, que significa, palabra, mensaje, etc.). Como revelador y salvador divino, y habiéndose manifestado en muchas formas en el pasado, Dios el Padre ha pronunciado su → PALABRA final y definitiva en → JESUCRISTO su Hijo (Heb 1.1s).

Toda la revelación del Antiguo Testamento apuntaba hacia esta palabra (Jn 5.39) y halló en ella su cumplimiento (Col 1.25ss). Sin embargo, esta palabra no comienza a oírse solamente con las obras y palabras de Jesús; Él mismo habló misteriosamente de su preexistencia (Jn 8.5817.5; cf. Flp 2.6) y de su acción en el mundo antes de nacer.

Más tarde los autores del Nuevo Testamento llegan a esta convicción, tras un fiel estudio del Antiguo Testamento (Hch 8.3517.2s, 11). Así que inclusive la mención de la palabra o de la → SABIDURÍA divinas delata la acción del Verbo preexistente.

Por el Hijo, resplandor de la gloria de Dios (2 Co 4.4Col 1.15Heb 1.3), se creó el mundo (Heb 1.2; cf. Sal 33.6ss) y en Él subsiste el universo (Col 1.17). Aun en los detalles de la historia de Israel (1 Co 10.1–4) o en la visión de un profeta (Is 6.1–13) Cristo estaba activo.

Cuando Juan el evangelista escribe su prólogo a fines del primer siglo, resume esta convicción al usar el título «Verbo» para describir al Hijo (Jn 1.1s, 14; cf. 1 Jn 1.1ss y Ap 19.13). Lo llama «Dios» (sin artículo en el griego), tanto en 1.1 como en 1.18 (los mejores textos rezan «[el] único Dios que está en el Seno del Padre»), y subraya su papel en la creación (1.3, 10).

Insiste en que la paradoja de la → ENCARNACIÓN del Verbo, quien trajo por su entrada a nuestra condición humana la gracia y la verdad (1.14, 16s), constituye una «exégesis» del Padre (1.18). Aun frente a este gesto de gracia, los hombres se muestran hostiles y rechazan la → LUZ (1.4s, 9s), y en esto el pueblo mismo del Verbo es un ejemplo (1.11).

Pero excepcionalmente hay personas que reciben al Verbo, creyendo en su poder regenerador (1.12). Así que el drama que comenzó cuando Dios habló por primera vez a los hombres se cristaliza en el Verbo encarnado; quienes lo rechazan ya son condenados (Jn 3.16–21).

Se discute por qué Juan escogió el término Verbo como título cristológico (→ MESÍAS). Quizás fuera porque «la palabra» describía comúnmente las buenas nuevas que predicaban los apóstoles (Mc 4.14sHch 8.25; → EVANGELIO) en una extensión del ministerio de Jesús.

Pero, ¿pensaba Juan también en los conceptos helenísticos del logos: el principio que establece el orden en el universo, la mente de Dios que lo controla todo o el intermediario (creado) entre Dios y sus criaturas?

Más consecuente con el pensamiento juanino sería pensar que fue un ambiente semítico el que produjo el término. Verosímilmente se han sugerido una o más de las siguientes fuentes: el uso veterotestamentario de «la palabra de Yahveh», la personificación de la sabiduría (Pr 1.20–338.1–9.18), la especulación judía sobre la → LEY y el uso en los → TÁRGUMES de memra (en arameo, palabra).

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