1. Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro,
2. y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa:
3. Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
4. Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones,
5. porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos;
6. Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús.
7. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.
La singular elevación del pensamiento de Pablo, aunque pudiera considerarse de mayor provecho en sus otros escritos que tratan de asuntos de más importancia, es confirmada también en esta epístola, en la cual, entretanto que se ocupa de un asunto bajo y sin importancia, se eleva a Dios con su acostumbrada exaltación.
Devolviendo un esclavo y ladrón fugitivo, pide perdón para él. Pero al abogar por esta causa, Pablo diserta sobre la indulgencia cristiana con tal habilidad, que parece hablar acerca de los intereses de toda la Iglesia más bien que de los asuntos particulares de un individuo. En favor de un hombre de la más baja condición, él se comporta tan modesta y humildemente, que en ninguna otra parte se describe en forma tan viva la docilidad de su temperamento.
1. Prisionero de Jesucristo. Con el mismo sentido con que en otra parte se llama a sí mismo apóstol de Cristo, o ministro de Cristo, él ahora se autodenomina "prisionero de Cristo"; porque las cadenas con que fue atado por causa del Evangelio, eran los adornos o insignias de esa embajada que él desempeñaba para Cristo.
Por consiguiente, las menciona con el fin de afirmar su autoridad; no porque tuviera miedo de ser despreciado (porque File-món indudablemente sentía grande estima y reverencia hacia él, y no tenía necesidad de asumir ningún título), sino porque iba a abogar por la causa de un esclavo fugitivo, y la parte principal de ella era una súplica de perdón.
Al amado Fdemón, colaborador nuestro. Es probable que Filemón haya pertenecido al orden de pastores; porque el título con que lo honra, al llamarlo colaborador nuestro, es un título que no acostumbra a otorgar a un individuo en particular.
2. Y a Arquipo nuestro compañero de milicia. A continuación menciona a Arquipo, que también parece haber sido un ministro de la Iglesia; o quizá sea éste la misma persona que menciona hacia el fin de la Epístola a los Colosenses (4:17), lo cual no es de dudarse; porque la designación "compañero de milicia", que Pablo da a este último individuo, corresponde peculiarmente a los ministros.
La condición de soldado pertenece a todos los cristianos en general, pero como los maestros deben ser considerados como portaestandartes en la milicia, como tales deben estar más dispuestos que otros a combatir, y por consiguiente, Satanás les causa mayor molestia. Es posible también, que Arquipo haya ayudado a Pablo en algunas de sus luchas; y ciertamente ésta es la palabra que Pablo emplea siempre que menciona sus persecuciones.
Y a la iglesia que está en tu casa. Mediante el uso de estos términos, confiere la más grande alabanza a la familia de Filemón. Y ciertamente, no es una alabanza pequeña para el amo de una casa que modera a su familia en tal forma como si fuera una imagen de la Iglesia, y para desempeñar también el deber de un pastor dentro de los muros de su casa.
Debemos mencionar el hecho de que la esposa de este buen hombre tenía igual testimonio; porque ella también, no sin buena razón, es alabada por Pablo.
4. Doy gracias a mi Dios. También merece atención el hecho de que Pablo, al mismo tiempo, ore por aquello por lo cual "da gracias". Aun los más perfectos, entretanto que vivan en el mundo, jamás tendrán tan buenos motivos de felicitación como para no necesitar de la oración, para que Dios les conceda, no sólo perseverar hasta el fin, sino también progresar cada día.
5. Porque oigo del amor y de la fe. Este encomio que Pablo hace de Filemón, incluye brevemente toda la perfección de un cristiano. Ésta consiste en dos partes: fe en Cristo y amor para nuestros semejantes; porque 3 estas dos cosas se relacionan todos los actos y obligaciones de nuestra vida.
Se dice que la fe es en Cristo, porque Él es el objeto de la fe; del mismo modo que sólo por Él y no por otro, el Padre puede ser conocido, y sólo en Él podemos encontrar aquellas bendiciones que la fe busca.
Y para con todos los santos. Pablo no limita así este amor sólo para los santos, como si no hubiera amor para los demás; porque, ya que la doctrina del amor es: "que no despreciemos nuestra carne" (Is. 58:7), y que debemos honrar la imagen de Dios que está esculpida en nuestra naturaleza, indudablemente el amor tiene que abarcar a toda la humanidad. Pero como los de la familia de la fe están unidos a nosotros por un vínculo más estrecho, y puesto que Dios particularmente nos lo recomienda, por esta razón ellos tienen que ocupar el primer lugar en nuestro corazón.
El arreglo del pasaje es un tanto confuso; pero no hay oscuridad en el significado, excepto que es dudoso que el adverbio siempre (en el v. 4) esté relacionado con la primera cláusula: "Doy gracias a Dios siempre", o con la segunda: "haciendo siempre mención de ti en mis oraciones".
El significado puede esclarecerse así: siempre que el Apóstol hacía oración por Filemón, entretejía la plegaria con la acción de gracias, porque la piedad de Filemón proporcionaba ocasión para regocijarse; porque nosotros frecuentemente oramos por aquellos en quienes no se encuentra otra cosa sino motivos de angustia y lágrimas.
Sin embargo, la segunda forma de explicarlo es la preferida generalmente: que Pablo "da gracias por Filemón, y siempre lo menciona en sus oraciones". Que mis lectores se consideren con plena libertad para juzgar por sí mismos; mas yo, por mi parte, pienso que lo primero es lo más apropiado.
En el resto del pasaje hay una inversión del orden natural; porque, después de haber hablado de "amor" y "fe", Pablo añade: "hacia el Señor Jesús y para con los santos", mientras que, por otra parte, el contraste demandaría que "Cristo" fuese colocado en la segunda parte de la cláusula como el objeto (Algunas veces se me ha ocurrido que lo intrincado de este pasaje puede eliminarse, primero, por la transposición sugerida por Calvino, y, en seguida, transponiendo el versículo 5 al lugar del cuarto.
"Oyendo de tu amor para con todos los santos y de tu fe que tienes en el Señor Jesús, yo doy gracias a mi Dios, haciendo mención de ti siempre en mis oraciones, para que la participación de tu fe sea eficaz por Cristo Jesús. (N. del E.), de nuestra fe.
6. Para que la participación de tu fe sea eficaz. Esta cláusula es algo oscura; pero trataré de explicarla en tal forma que mis lectores puedan entender algo de lo que Pablo quiso decir.
Primero, debe entenderse que el Apóstol no sigue con los encomios a Filemón, sino que, por el contrario, declara aquellas bendiciones por las cuales ora a Dios. Estas palabras no están relacionadas con lo que dijo anteriormente, de que "hace mención de él en sus oraciones" (v 4).
¿Qué bendición pidió, pues, para Filemón? Que su fe, ejercitándose en las buenas obras, demostrara ser cierta, y no inútil. Pablo la llama "la participación de la fe", porque no permanece inactiva y oculta por dentro, sino que es manifestada a los hombres por efectos reales.
Aunque la fe tiene una residencia oculta en el corazón, sin embargo, se comunica a los hombres mediante las buenas obras. Es, pues, como si dijera: "Que tu fe, al comunicarse, pueda demostrar su eficacia en toda cosa buena".
El conocimiento de todo el bien denota experiencia. Pablo desea que, por sus efectos, la fe demuestre ser efectiva. Esto ocurre, cuando los hombres con quienes conversamos conocen nuestra vida piadosa y santa; y por eso dice: de todo el bien que está en ti; porque todo lo que es bueno en nosotros hace que nuestra fe sea conocida.
Hacia Cristo Jesús. La frase eis Xriston puede significar "por Cristo". Mas yo, por mi parte, si tuviese libertad, preferiría traducirla con el equivalente de en Xristo "en Cristo"; porque los dones de Dios sólo nos pertenecen, y se quedan con nosotros, cuando somos hechos miembros del cuerpo de Cristo.
Sin embargo, ya que las palabras en ti vienen antes, temo que la aspereza de la expresión pueda ofender. Por consiguiente, no me he atrevido a hacer ninguna alteración en las palabras, sino que sólo quise mencionarlo a mis lectores, para que, después de una plena consideración, ellos puedan escoger cualquiera de los dos significados que deseen.