Mirad, pues, con diligencia, cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo (haciendo el mejor uso del tiempo) Efesios 5:15-16
Aquí hay un tramo del camino que nunca podremos volver a pasar. Necesitamos llegar a ser mejores administradores del don de nuestra vida.
1. Dilación
Este es el ladrón del tiempo. Muchos de los artículos que llegan a ser una pesadilla en nuestra vida son aquellas cosas que se dejan para otro día.
Mucha gente opera bastante bien en las áreas que le gustan, pero un verdadero secreto de la fructificación es aprender a ser eficaces en las áreas que no nos gustan.
Existe una urgencia con Dios. El obra en lo divino hoy (2 Corintios 6:2). Esto no significa que debamos correr delante de Dios, sino que es una cuestión de facilitar o ayudar el progreso de la Palabra de Dios cuando es dada, en vez de aplazarla indefinidamente, en la esperanza de que suceda cuando tengamos más deseos.
2. obstáculos y objetivos
Existen dos maneras principales de mirar las demandas de nuestra vida: como problemas o como desafíos.
Parte del crecimiento hacia la madurez, es reconocer que los desafíos contendrán problemas. El hombre o mujer de Dios que llega a ser verdaderamente fructífero, aprende con la ayuda de Dios qué hacer acerca de los problemas.
Los problemas son vallas a ser vencidas una por una, y no a ser miradas y aplastados por ellas.
3. Pedir la ayuda de Dios
No estamos solos. Poner las metas para acción de fe no es presumir en el poder de la carne. El hombre o mujer de fe meramente está trayendo orden para capacitar su acción, visión y oración, pero su dependencia está en Dios.
El Señor ha prometido que no negará nada bueno a aquellos cuyo caminar es intachable. (Salmo 84:11) Dios nos quiere añadir aquellos dones y atributos que no tenemos por naturaleza, pero que son necesarios para cumplir su voluntad.
Existe un gran depósito de ayuda divina disponible a las personas que abran su corazón y que vengan humildemente al Padre para buscar su ayuda.
La alternativa es que rehusemos reconocer nuestra necesidad e intentemos caminar en nuestra propia fuerza, y llevemos a cabo la voluntad de Dios en el limitado poder de la carne. Este es el camino estéril del desastre.
4. Habilidad de no abandonar
Es aquí que necesitamos emular o copiar la actitud de Jesús referente a la obra de Dios. El dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).
Mucha gente es agobiada por las cosas que han dejado a la mitad, o que han aplazado indefinidamente. Llegan a estar sobrecargados por estas cosas que se rinden y acaban por no hacer nada. Dios quiera que sigamos y que completemos lo que nos ha sido dado hacer.
5. Dirección divina
Mientras esperamos ante Dios, El nos dirigirá por su Espíritu Santo para que al girar a la izquierda o a la derecha, oigamos una voz detrás de nosotros diciendo: “Este es el camino, andad por el” (Isaías 30:21).
Resumen y aplicación
1. Un llamamiento es formativo para todo el resto de tu vida (es algo de lo que tu vida parece depender).
2. Un llamamiento al ministerio debería generar actividad ministerial de la clase a que somos llamados y también producir fructificación.
3. Necesitamos llegar a estar conscientes de nuestra capacidad, incluso aunque no sea desarrollada totalmente, ni siquiera en parte. Debemos saber que tenemos la capacidad de crecer en nuestro llamamiento y deberíamos pedir a Dios que unja nuestro llamamiento con la estrategia para alcanzarlo.
4. Un llamamiento suele tener escrito en sí, un reconocimiento interior de que seremos equipados para este llamamiento.
5. Un llamamiento de Dios siempre debería venir antes de emprender nuestro ministerio. Entonces sabremos que Dios está con nosotros, sea lo que sea a lo que nos enfrentemos.
6. Si no aspiras a nada ¡lo lograrás!
7. Dios nos ha dado tiempo en una base irrepetible, por lo que necesitamos ser buenos administradores de nuestro tiempo para Dios. Siempre tendremos suficiente tiempo para hacer aquello que sea la voluntad para nosotros.
8. “Consigue una visión de la gran cosa que quieres llevar a cabo. Concibe un plan de la manera en que lo lograrás. Estate preparado para batallar por él. Ora con la mayor seriedad para que Dios te dé la victoria”. Lord Fisher.
Tomado del Libro: Los fundamentos de la vida cristiana