"Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla;/ para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados." Deuteronomio 6:1,2
¿De qué manera usted piensa educar a los adultos cristianos del futuro? ¿Qué dejará usted a las futuras generaciones? ¿Qué valores dejará a sus hijos, nietos y bisnietos? ¿Cuál es la herencia espiritual que legará a sus hijos? ¿Qué herencia dejará a sus discípulos? Cuando usted hace discípulos ¿Piensa en los futuros discípulos de ellos? Estas son algunas de las preguntas que deberíamos hacernos, tanto al enfrentar la educación de nuestros hijos como en el discipulado de un hermano en la Iglesia.
El Discipulado es una de las tareas más importantes de la Iglesia. La misión de la Iglesia de discipular cristianos, conlleva cinco propósitos. ¿Cuáles son los propósitos de la Iglesia al discipular?
1º PROPÓSITO: EDIFICACIÓN DE LAS VIDAS Y GENERACIONES DEL FUTURO.
La Iglesia, al discipular, está haciendo algo más que transmitir una cantidad de conocimientos bíblicos, más que ayudar a un nuevo hermano a desarrollar hábitos de oración, ayuno y meditación cristiana, está haciendo un trabajo con mayor proyección que entrenar para hacer más discípulos. Es preciso tomar conciencia que al discipular estamos formando futuras generaciones de cristianos.
En otras palabras estamos desarrollando la Iglesia del futuro, aquella que nos sobrevivirá. Discipular es un proceso vivo, que es mejor comparar con el desarrollo biológico que con la construcción de una casa, aún cuando el Apóstol nos indique lo importante que es poner el fundamento. Al enfocar el desarrollo del pueblo cristiano a partir del discipulado como proceso de crecimiento biológico, lo visualizamos como un complejo proceso que requiere de todas las funciones que implica la vida: alimentación, respiración, órganos especializados, células, una red nerviosa de interconexión, desarrollo de la comunicación, inteligencia, multiplicación, etc.
El discipulado es más que instruir en la Biblia, es formar vidas a la estatura de Jesucristo (Romanos 8:29). Jehová le entregó a Moisés, líder del pueblo escogido, mandamientos para poner en práctica en la tierra prometida. Nosotros tenemos que vivir los mandamientos -los cuales encierran principios- de Dios ahora en todo lugar; no esperar el cielo para cumplirlos (San Mateo 28:20). Estas normas son para ponerlas en acción durante toda la vida (niño, joven, adulto, anciano). No hay edades privilegiadas ni que sean eximidas de este deber (Deuteronomio 6:1,2).
Hay una proyección futura en esta ordenanza. Dios quiere que la Verdad sea transmitida de generación en generación, de padres a hijos, de abuelos a nietos. Pero también podemos ver una paternidad y maternidad espiritual: transmitimos la luz a nuestros discípulos, para que a su vez ellos la encarguen a otros, y así infinitamente. ¡Es como el Reino ha llegado hasta nosotros! Gracias a la fidelidad de muchos cristianos a través de la historia.
De cómo hagamos este trabajo de evangelización y crecimiento cristiano, dependerá la Iglesia del futuro siglo. Urge desarrollar un buen discipulado. Somos responsables de la edificación de las vidas y generaciones del futuro.
2º PROPÓSITO: TRANSFERENCIA DE LA DIRECCIÓN DE LA OBRA CUANDO SE CUMPLE EL TIEMPO.
¿Qué pasa cuando los líderes envejecen o cumplen el tiempo de su misión?
Los líderes de la iglesia de Jerusalén mandaron a Bernabé a Antioquía, cuando en esta ciudad Dios estaba convirtiendo mucha gente. Bernabé les entregó a estos creyentes lo que estaba en sus manos dar, pero pronto acudió a Saulo de Tarso para ayuda. Posteriormente Bernabé tomó como discípulo-ayudante a Marcos y Pablo a Silas (Hechos 11:20-26/ Hechos 15:36-41).
No somos los dueños de la obra de Dios, sino tan sólo obreros al servicio de la comunidad cristiana. Él nos ha puesto, de acuerdo a las circunstancias y a las capacidades que poseemos, en determinado tiempo y lugar. De tal modo que cuando es necesario para el Dueño de la viña sacarnos de ese trabajo, debemos entender su voluntad y aceptarla con gozo. Discipulado también es transferencia de la dirección de la obra cuando se cumple el tiempo.
3º PROPÓSITO: CONTINUACIÓN DEL PLAN DE TRABAJO SIN INTERRUMPIR LA MARCHA.
Dios arregló todo para que la obra de Moisés no se destruyera, y permaneciese hasta el día de hoy, a pesar de la muerte del líder. Las obras humanas nacen, se levantan, se desarrollan y, muchas veces, mueren. En cambio la Iglesia, que es una obra del Espíritu Santo de Dios, nunca muere; nada prevalece contra ella, tal como lo predijo su Fundador (San Mateo 16:18).
La enseñanza transmitida de unos a otros, permite que el trabajo del Reino de Dios se proyecte en el tiempo y no se detenga. Nosotros desapareceremos pero la obra debe continuar. El desarrollo de la obra no puede detenerse y esto lo permite el discipulado, la delegación de la autoridad en un sucesor, porque discipulado también implica continuación del plan de trabajo sin interrumpir la marcha (Josué 1:1,2/ Deuteronomio 31:1-8; 14,15).
4º PROPÓSITO: CAPACITACIÓN A UNOS POCOS PARA ALCANZAR LAS NACIONES.
¿Para qué nos quiere utilizar Dios? ¿Cuál es el ámbito de su evangelización? ¿Está usted trabajando en capacitar a unos pocos para alcanzar su ciudad? ¿Ha abierto ya un cenáculo en su hogar o trabajo, donde pueda formar discípulos? ¿Alguno de sus discípulos ya está haciendo nuevos discípulos? ¿Cree usted que el discipulado es tarea sólo de pastores?
Jesús llamó a los que le pareció bien y de entre ellos eligió a doce “para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje”. Uno puede querer ser un apóstol, pero es Dios quien escoge las vidas para su ministerio. Este principio de selección es muy importante en el discipulado; implica aprender a seleccionar a aquellos que serán nuestros enviados.
El fin de Jesucristo era alcanzar la Humanidad completa, incluyendo la no conocida hasta ese entonces. Con sólo once apóstoles, más Pablo, que se sumó posteriormente, logró su cometido en el mundo de entonces. A través de las edades se transmitió la fe hasta nuestros días. Hoy cabe preguntarnos: ¿Para qué nos quiere utilizar Dios?, ¿cuál es el ámbito de nuestra acción evangelizadora?
“Háganlas mis discípulos” recalca. No dice háganlas creyentes o buenos cristianos, ni da ningún otro apellido. Aún no se llamaba cristianos -pequeños Cristos- a los seguidores de Jesús. El éxito de Jesús, de cubrir todo el mundo con su mensaje en cada época, reside en la estrategia utilizada, el discipulado. El principio de concentración es fundamental para el éxito de nuestra tarea: capacitación a unos pocos para alcanzar las naciones (San Marcos 3:13-15/ San Mateo 28:16-20).
5º PROPÓSITO: COMPARTIR LA RESPONSABILIDAD DE LA OBRA.
(Éxodo 18:13-27)
El texto nos enseña a compartir con humildad las responsabilidades del liderazgo para solucionar los problemas de los demás. No dar siempre una respuesta puede ser también una ayuda para que ellos encuentren su propia solución. “La tarea sobrepasa tus fuerzas”, advirtió Jetro a Moisés pues la tarea que el Señor nos encomiende no siempre será pequeña, o bien va a ser menor pero no menos importante.
El líder es un sacerdote, esto es un representante de Dios ante los hombres y un representante de los hombres ante Él. Los líderes ejercen un sacerdocio, ya que presentan los problemas de las personas e interceden por ellas ante el Padre, en el nombre de Jesucristo, que es el único Mediador entre Dios y la humanidad.
Moisés, como un buen maestro, le enseñó a la gente a vivir de acuerdo a los principios eternos de Dios y los instruyó en sus leyes y enseñanzas; escogió líderes honestos para ayudar a los necesitados, con fe, capaces, sinceros, en fin, personas con autoridad.
Jetro le enseñó a Moisés a organizar el pueblo de Dios en grupos, con líderes a su cargo, que le ayudarían a conducirlo y hacer su tarea en forma menos agotadora y más efectiva. Siglos después Pablo, un perito arquitecto de la Iglesia, encarga a Timoteo que le imite y enseñe a personas de confianza lo mismo que él le ha transmitido. Aquí se distinguen a lo menos cuatro generaciones y niveles de autoridad (Pablo, Timoteo, fieles, otros) y el mismo principio dado por el suegro de Moisés: compartir la responsabilidad de la obra (Éxodo 18:13-27/ 2 Timoteo 2:2).
CONCLUSIÓN.
Podemos concluir diciendo que el discipulado es una tarea de toda la Iglesia, cuyos propósitos son: 1º. Edificación de las vidas y generaciones del futuro; 2º. Transferencia de la dirección de la obra cuando se cumple el tiempo; 3º. Continuación del plan de trabajo sin interrumpir la marcha; 4º. Capacitación a unos pocos para alcanzar las naciones; y 5º. Compartir la responsabilidad de la obra.
Entender la importancia de lo que esto significa, no sólo para la edificación de nuestra vida personal, sino también para las que vendrán y para el futuro del Cristianismo, es el mayor propósito de estos contenidos. Ahora corresponde a cada discípulo cristiano poner en práctica estos principios.
© Pastor Iván Tapia Contardo