Lo que en los últimos 7 años se ha conocido con el nombre de "guerra espiritual" o «victoria espiritual» es una articulación teológica sobre "deontología" aplicada a la doctrina y práctica de la misión de la iglesia o misiología. Se trata, por tanto, de un conjunto de creencias acerca de cómo está constituido el universo, quiénes lo pueblan y qué entidades lo dominan.
«Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas»
2 Cor 10.4
A este conjunto de creencias la antropología la conoce como «cosmogonías» y forman parte de los "sistemas de creencias" estudiados antropológicamente como «ideología», no en el sentido de "falsa conciencia", como quiere la escuela dialéctica, sino en el de "sistema de ideas o de creencias". La ideología sería así una especie de enlace entre la ciencia y la religión (P. Ricoeur).
Bernardo Campos, conocido teólogo pentecostal, en una apretada síntesis de un artículo original de catorce páginas, nos entrega evaluación teológica de la Guerra Espiritual, que creemos será muy útil al pueblo evangélico.
Con lo que yo llamo la «teoría de la guerra espiritual» estamos ante un "nivel" de conocimiento, que no se juzga por los cánones de la racionalidad científica positivista, sino por su poder simbólico, metafórico, es decir, por su capacidad de remitirnos a realidades o ámbitos de nuestra "realidad" que intuimos que están allí, pero que nuestros instrumentos físicos de observación, por sus limitaciones y por sus reduccionismos, no nos permiten "ver" y nos impiden aceptarlas como reales.
Para mi análisis he leído con detenimiento los libros, artículos o conferencias de Peter Wagner, Cindy Jacobs, John Dawson, Thomas Wite, Dean Sherman, Bill Payne, Harold Caballeros, Victor Lorenzo, Bob Beckett, Kjell Sjoberg, Rebeca Brown, Jorge Miranda, Humberto Lay, Robert Barriger, entre otros.
He tenido la gracia de escuchar conferencias sobre el tema de boca de sus especialistas aquí en el Perú y, hasta donde el tiempo me ha permitido, he conversado con miembros y líderes de iglesias que han tenido enfrentamientos con el diablo para escuchar sus interpretaciones de esos fenómenos.
Confieso que al tema no llego simplemente como investigador, ya que como ministro pentecostal, me he enfrentado, durante mi ministerio, a entidades espirituales de maldad que la ciencia no reconoce como válidas, pero que son más reales de lo que queremos aceptar y están modificando a diario el comportamiento de la gente, produciendo patologías que ni la misma psiquiatría puede modificar y para las cuales las ciencias sociales, incluida la de las ciencias de la religión, tiene limitaciones.
Lo que digo es determinante, porque creo que existe una "hermenéutica del espíritu", sostenida sobre una feliz combinación entre principios de exégesis bíblica y la experiencia, que nos permiten hacer aproximaciones al mundo de lo espiritual que sólo mediante la metodología teológica, crítica y racional, no podríamos acceder.
II. LA TEORIA DE LA GUERRA ESPIRITUAL
¿Qué plantea la Teoría de la Guerra Espiritual?
1. Los mentores de esta teoría a quienes, para abreviar llamaremos "guerreros espirituales" (GE) sostienen que ante todo debe distinguirse entre la "guerra espiritual" como estrategia misiológica y la lucha ordinaria de los creyentes contra los demonios.
La "guerra espiritual estratégica" es la aplicación de una serie de «técnicas» orientadas a "atar" a las potestades satánicas, según su jerarquía, para que la evangelización tenga los frutos o resultados esperados.
Esta debe distinguirse de la "lucha espiritual a ras del suelo" que libramos cada día cuando nos enfrentamos a los efectos de la maldad (obras de pecado) que existe en el mundo desde que este cayó en las garras de Satanás. Desde entonces, una serie de demonios mantienen oprimidos a los hombres que no conocen a Dios, causando paulatina y sutilmente su muerte y destrucción.
Todos los días nos enfrentamos a estas realidades, a lo más las percibimos como pecados, o bien como patologías sociales, pero no las identificamos con los espíritus del mal porque no estamos ejercitados en esta técnica o porque no los discernimos espiritualmente.
2. Existe, según los GE, una jerarquía satánica, muy parecida a los rangos militares y en parte parecida a la estratificación social según la cual solemos distinguir estratos sociales diferenciados por razones económicas, raciales, culturales, etc.
Hay algo así como niveles de autoridad entre los ángeles caídos. Tomando como base Ef. 6.12, y Dan 10.13 y 20, los GE distinguen como una escala descendente : principados (gr.archai), potestades (exousia), gobernadores (dunamis) y huestes espirituales de maldad (kosmokratoras).
Para Thomas White, " los archai son príncipes satánicos de alto rango que están sobre naciones y regiones de la tierra. La palabra exousía tiene una connotación tanto de gobierno natural como de gobierno sobrenatural. Según entendía el apóstol, argumenta White, había fuerzas sobrenaturales que "estaban detrás" de las estructuras humanas [lo mismo piensa Karl Barth].
Pablo sin duda está expresando la idea apocalíptica que tenían los judíos de la existencia de seres cósmicos que tenían autoridad delegada por Dios para arbitrar en los asuntos humanos. Se supone, dice White, que los dunamis operan dentro de países y culturas para afectar ciertos aspectos de la vida. Los kosmokratoras son las numerosas variedades de espíritus malignos que comúnmente atormentan a la gente ; por ejemplo, espíritus de engaño, adivinación, lujuria, rebelión, temor y enfermedad.
Generalmente estos son los poderes malignos que se confrontan y que se echan fuera en la mayoría de las sesiones de liberación. Aún entre ellos existe un rango ; los espíritus más débiles subordinados a los más fuertes.
Según esta teoría habrían como distintos niveles de opresión, según cómo seamos gobernados por potestades territoriales (estratos altos), el ocultismo (estratos medios) o atacados por demonios terrestres (estratos bajos).
La idea de una jerarquía y de una organización (planeamiento estratégico) satánicos ha sido abonada también por las ideas de una trinidad satánica (Satanás, la bestia y el falso profeta) que emula a la Trinidad divina y por una cosmología celeste atribuida a Is. 14.12-16 en la que se describe al lucero de la mañana (metafóricamente Lucifer) como caído del cielo y derribado hasta el Seól, a los lados del abismo.
3. La idea de territorialidad de los demonios es una idea básica que se deduce de la jerarquía anteriormente descrita. Los GE plantean que Satanás asigna "gobernadores" o "principados" a las naciones paganas.
Estos gobiernan por siglos a naciones y pueblos enteros, manteniéndolos en el engaño "para que no les resplandezca la luz de Cristo", como dice la Escritura. El secreto para que una nueva misión sea eficaz en este terreno, gobernado por Satanás, es discernir qué tipo de principado es el que tiene a cargo la ciudad o la región.
En un trabajo de evangelización, no se trata únicamente de liberar a la gente poseída por un demonio, sino de atar antes al "hombre fuerte" de la ciudad y esto es posible mediante un discernimiento espiritual a través del seguimiento de una metodología o procedimientos que más adelante describiremos.
4. Según los GE debemos diferenciar "Puertas" de ingreso de los demonios, de los "Medios" que utilizan para oprimirnos y las "Ataduras" en las que caemos cuando no nos dejamos gobernar por el espíritu de Dios.
Puertas, medios y ataduras son como tres elementos constituyentes de la estrategia satánica. Puertas de entrada del enemigo pueden ser pecados (individuales, colectivos o históricos), traumas(rencores, depresiones, enfermedades mentales), abusos sexuales, masacres (genocidios, etnocidios o masacres de indios), injusticias sociales (discriminación racial a negros e indígenas), rebeliones y revoluciones o desviaciones sociales como en las que se encuentran los malhechores, niños de la calle, prostitutas y homosexuales.
Los Medios por los cuales Satanás gobierna a las naciones son las culturas y subculturas, las estructuras de autoridad (gobiernos, policía, centros educativos donde no hay control), las religiones y sectas (sincretismo, y corrientes como la Nueva Era, la religiosidad popular), y hasta por las ideologías y sistemas filosóficos (teoría de la evolución, comunismo, humanismo, existencialismo, nazismo, etc.).
Ataduras, en cambio, son las secuelas de los asesinatos, los efectos de la drogadicción, los juegos de azar, la adicción a las novelas, la pornografía y hasta la mortalidad infantil causada por abortos. En suma, casi todo que sea contrario al orden, puede ser un instrumento en las manos de Satanás.
5. La oración es el arma indispensable para la guerra. Según los GE hay dos tipos de oración.
La «Oración de intercesión», que sirve para el discernimiento espiritual de cuales son las puertas que el enemigo ha venido usando para entrar en las vidas de la gente. Y la «Oración de Guerra» por la cual se «reprende» al enemigo, se le ata y se lo expulsa, para que no tome posesión de las personas ni del lugar donde ha hecho su morada o territorio.
Por medio de la «oración de Guerra» se producen las liberaciones de personas poseídas por los demonios, pero muy especialmente por medio de esta «Oración de Guerra» el guerrero sostiene una pelea a nivel estratégico, es decir con los principados o demonios de rango superior que dominan las naciones, las regiones o las ciudades.
Esto último no lo hace cualquier neófito ni tampoco algún versado en teología. Esto sólo es posible a personas, cualquiera fuera su lugar en la organización eclesial, que están dedicadas a la oración y se disponen completamente a los mandatos del Señor.
Se trata de una especie de ministerio en el cual van entrando conforme van ganando experiencia en las lides espirituales. Hay algo así como una teología testimonial, un conocimiento acumulado que se transmite en forma de teología en los relatos de guerras sostenidas antes, durante o después de campañas evangelísticas.