La Paradoja del Ser Humano Estudios Biblicos de John Stott
¿Cómo responde la Biblia a su propia pregunta? ¿Qué es el hombre? ¿Qué significa ser hombre? Enseña por un lado que el ser humano tiene una dignidad única como criatura hecha a la imagen de Dios, pero por otro lado enseña que el ser humano también tiene una depravación única como pecador que está bajo el juicio de Dios.
Su dignidad nos da esperanza, pero su depravación pone límites a nuestras expectativas. Así que tenemos que mantener ambas juntas, y es aquí donde encontramos la crítica cristiana a mucha de la filosofía política moderna. O son demasiado ingenuas en su optimismo acerca del ser humano, o demasiado negativas en su pesimismo. Sólo la Biblia mantiene el equilibrio.
En primer lugar vamos a referirnos al optimismo de los humanistas. Es verdad que se refieren al hombre como nada más que el resultado de un ciego proceso de evolución pero, sin embargo, tienen una tremenda confianza en el potencial de evolución que tiene el ser humano.
Creen que el ser humano va a poder tomar su historia en sus manos y hacerla él mismo, y aun su propia evolución. Esto es muy optimista y no toma en consideración el egoísmo torcido del ser humano.
En segundo lugar, los existencialistas -que tienden a ir al extremo opuesto- es gente llena de pesimismo y aun de desesperación, porque dicen que no hay Dios, que no hay valores. Nada tiene sentido. Todo es absurdo.
Esa conclusión es lógica si niegan la existencia de Dios. El escritor norteamericano Mark Twain, que era un humorista pesimista, dijo: "Si pudieras hacer un cruce entre un gato y un hombre, mejorarías al hombre y empeorarías al gato".
Este pesimismo no toma en cuenta el amor, la belleza, la hermosura, el heroísmo y el sacrificio propio que han adornado la historia humana. Tenemos que evitar ambos extremos, el optimista y el pesimista.
La tercera opción es el realismo bíblico. De acuerdo a la Biblia el ser humano es una extraña y sorprendente paradoja: Es capaz de la más alta nobleza, pero también de las crueldades más bajas.
Puede comportarse como Dios, a cuya imagen fue hecho, pero también puede comportarse como las bestias de las cuales tenía que ser diferente. El hombre puede pensar, escoger, crear, amar, adorar; pero también puede codiciar, pelear, odiar y matar.
El ser humano es el que ha inventado los hospitales donde se cuida a los enfermos, las universidades donde se adquiere sabiduría y los templos donde se alaba a Dios; pero también ha inventado cámaras de tortura, campos de concentración y bombas de hidrógeno.
La mente cristiana recuerda la paradoja del ser humano. Somos nobles pero innobles, sabios pero tontos, racionales e irracionales, morales y al mismo tiempo inmorales, y esto cada uno de nosotros lo sabemos.
Vamos a aplicar esta paradoja del ser humano a una serie de situaciones. En primer lugar veremos la cuestión de la auto-imagen. Todos conocemos la gran importancia de la salud mental, de saber quiénes somos.
Algunas personas tienen un punto de vista muy exagerado con respecto a su importancia, son gente orgullosa. Pero otros tienen una autoimagen muy baja, creen que no sirven para nada, tienen paralizantes complejos de inferioridad que se acentúan muchas veces debido a ciertas enseñanzas cristianas, y nunca ven la dignidad de ser un ser humano creado a la imagen de Dios.
La imagen de nosotros mismos tiene su origen en el hecho de que hemos sido creados a imagen de Dios. Sin embargo, el ser humano también es producto de la caída, y es por eso que Jesús nos llama tanto a la negación como a la afirmación de nosotros mismos.
Lo que somos se debe en parte a la creación y en parte a la caída. Hay cosas que debo negar y repudiar, pero todo lo que soy por la creación y aun por la redención en Cristo, no lo niego, sino lo afirmo. Eso presupone la comprensión de la doctrina bíblica del hombre.
Ahora pasemos a los procesos democráticos. Todos sabemos que la democracia tiene como meta ser un gobierno del pueblo y para el pueblo; y cualquiera que sea nuestro color político, la mayor parte de los cristianos la aprecian, quieren estar al lado de la democracia, porque es la forma más segura de gobierno jamás inventada y refleja la paradoja del ser humano.
Toma seriamente la creación, la dignidad de los seres humanos, ya que se rehusa gobernarlos sin su consentimiento. Les da a los seres humanos participación en la toma de decisiones. Trata a los seres humanos como adultos responsables.
Por otra parte, la democracia también toma en cuenta la caída, porque rehusa concentrar el poder en las manos de unos pocos. La democracia reparte el poder y así protege a los seres humanos de ellos mismos y de su locura.
Esta es la forma en que Rienhold Neibuhr lo resumió: "La capacidad del hombre para la justicia hace que la democracia sea posible, pero la tendencia del hombre hacia la injusticia hace que sea necesaria la democracia".
Termino, con el progreso social. ¿Es posible que haya progreso social en el mundo de hoy? ¿Puede el mundo ser un lugar mejor? Algunas personas tienen una tremenda confianza en la acción social.
Sueñan con crear una utopía en el mundo y se olvidan del incorregible egoísmo del ser humano. Otras van al extremo opuesto, son tan pesimistas que dicen que es imposible cambiar la sociedad y que no vale la pena intentarlo, pero se olvidan de que los seres humanos aún conservan algo de la imagen de Dios y que aun aquellos que no son regenerados pueden tener una visión de una sociedad justa, pacífica.
Casi todo ser humano, regenerado o no regenerado, prefiere la paz a la guerra, la justicia a la opresión y el orden al caos. Así que en cierta medida es posible el progreso social. Creo que tiene un cierto grado de equilibrio afirmar lo siguiente: "Es imposible perfeccionar la sociedad, pero es perfectamente posible mejorarla".
Veamos cómo Pablo nos recuerda la paradoja del ser humano: "Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo osconvertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su hijo, el cual resucitó de los muertos a Jesús, quien nos libra de la ira venidera" (1 Ts. 1:9-10).
Por un lado, el ser humano debiera convertirse a Dios y ponerse al servicio de Dios y del prójimo, y en consecuencia contará con la ayuda de la presencia y el poder de Dios para cambiar y mejorar su mundo.
Pero por otro lado, no logrará perfeccionar su mundo, porque la maldad humana seguirá operando y será juzgada y eliminada por el Señor Jesucristo en su venida. Así que, servimos al Dios viviente haciendo buenas obras y procurando cambiar y mejorar la sociedad, mientras esperamos la perfección y el juicio final que traerá Jesucristo en su venida.