4. Grupos separados y metas individuales
Cuando mi esposa y yo trabajamos con otros matrimonios, dividimos la reunión en dos partes de (cuando menos) una hora cada una. La primera parte es para la enseñanza bíblica (veremos estos elementos en el siguiente punto). Durante la segunda hora, dividimos el grupo entre las mujeres, a cargo de mi esposa, y los varones, a mi cargo.
La razón primordial de esta división entre hombres y mujeres es que, de acuerdo a nuestra experiencia, los hombres no se sienten en libertad para compartir sinceramente cuando sus esposas están presentes.
Con la separación durante el encuentro logramos la honestidad, la intimidad, y la profundidad necesarias para ver vidas cambiadas. Así experimentamos profunda comunión y casi siempre ¡la reunión dura tres horas en lugar de dos!
En esta manera estamos cumpliendo con otro fundamento del discipulado: Pasar tiempo con los discípulos como Jesús hizo con los doce (Jn. 11:54). ¿Con qué objetivo? La respuesta está en Hebreos: "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día [de juicio] se acerca"
(10:24-25 véase 3:13). Estos versículos proveen la base bíblica para la tarea que deben desarrollar estos grupos, tarea que en nuestro caso llevamos a cabo hombres y mujeres en forma separada.
Cada miembro del grupo establece metas espirituales de acuerdo a su necesidad personal y luego, semana tras semana, rinde cuentas a los demás con relación al progreso. A continuación doy ejemplos de objetivos espirituales:
- Alcanzar la libertad económica (Ro. 13:8; Pr. 22:7; 2 Co. 9:8-11).
- Lograr buena comunicación conyugal, y satisfacer las necesidades de su cónyuge (1 P. 3:7; Ef. 5:21-33; 1 Co. 7:2-5).
- Dominar la lengua (Stg. 3:1-10; Mt. 12:36; Ef. 4:29).
- Asegurarse que haya pureza en el hogar (1 P. 4:3; Col. 3:5; Ef. 5:5; Gá. 5:20; 1 Jn. 5:21; Ro. 12:2).
- Superar hábitos pecaminosos (Ro. 6:14).
- Acostarnos meditando en las Escrituras (Jos. 1:8; Sal. 1:2).
- Ceder "derechos" (Lc. 9:23; Gá. 2:20)
- Desarrollar una perspectiva eterna (2 Co. 4:18; He. 11:13-16).
La lista de metas bíblicas casi no tiene fin. Lo que intentamos lograr a través de dichas metas es poner por obra la enseñanza impartida durante la primera hora de cada reunión. El objetivo de la enseñanza no es simplemente aumentar los conocimientos sino ponerla en práctica.
El salmista dice que la misericordia de Dios es sobre "los que se acuerdan de sus
mandamientos para ponerlos por obra" (103:18 véase Ez. 36:27).
Usando Ec. 5:4-6 como base para establecer las primeras metas, comenzamos la primera reunión pensando en los "votos no cumplidos". Son las promesas que hemos hecho pero que todavía no hemos cumplido.
Estos se convierten en las primeras metas. Todos podemos pensar en promesas no cumplidas hechas a amigos, padres, cónyuges, jefes de trabajo, o a Dios mismo. Una manera importante de hacer la voluntad del Señor es cumplir con la palabra que hemos empeñado.
Además, para la segunda hora cuando el grupo está dividido por sexo, es necesario que cada persona tenga --y traiga consigo cada semana—una carpeta con hojas, o un cuaderno. Esta carpeta está dividida en secciones con los nombres de cada integrante de su grupo. Bajo cada nombre hay lugar para apuntar los objetivos individuales, junto con las fechas correspondientes.
Además, a fin de orar los unos por los otros, anotamos los pedidos de oración junto con las respuestas. Así que el cuaderno se convierte en un recordatorio valioso y permanente de la fidelidad de Dios.