Mi amigo Richard es un devoto y consagrado pastor nazareno, recibido de un seminario. Actualmente, estamos bastante de acuerdo, pero al principio él estaba completamente impactado y ofendido ante la idea de que personas proféticas pudiesen no estar correctas en alguna de sus doctrinas. Qué lástima, Richard - le respondí. - Lamento que te sientas así.
Richard aplicaba una fácil pero inadecuada ecuación para juzgar los dones espirituales. Él pensaba que un hombre con un historial de profecías acertadas también tenía que ser especialmente santo y sano bíblicamente, en la mayoría de las áreas doctrinales. Yo no estaba de acuerdo.
Él no tenía experiencia con personas con el don de profecía, aunque tenía sus teorías claramente elaboradas. Yo tenía mucha experiencia cm personas proféticas y estaba recibiendo constante educación, a pesar de muchas de mis viejas teorías. Sí, las personas proféticas tienen que ser claras en las doctrinas básicas, tales como la persona y obra de Cristo, y el lugar de las Escrituras. Pero en asuntos menores de doctrina, puede que estén desinformados.
Una de las cosas más sorprendentes y esclarecedoras que compartí con algunos pastores evangélicos conservadores es que hay personas con dones válidos del Espíritu pero que siguen siendo carnales. Esto desafía la idea común de que, a mayor verdad, sabiduría y carácter, el resultado será mayor poder.
Muchos piensan que solamente los hombres maduros y piadosos son los usados por Dios en las demostraciones de poder, pero existen muchas excepciones. Lo que siempre sorprende, tanto a pastores carismáticos como a los no carismáticos, es que la gente pueda expresar los dones del Espíritu y seguir teniendo cosas sin resolver en sus propias vidas.
Muchos líderes han supuesto que si hay una pequeña hendidura en la doctrina, sabiduría o carácter de una persona, es una prueba positiva que los dones y poder en sus ministerios no provienen de Dios.
Otra suposición errónea es la que se origina en la forma en que se ve la primera carta de Pablo a los corintios. Como en esa carta se dan muchas instrucciones acerca de la carnalidad, así como la mayoría de las instrucciones de Pablo sobre los dones espirituales, hay personas que suponen que la carnalidad debe ser la causa del énfasis en los dones espirituales; o viceversa, que los dones espirituales originaron la carnalidad. Existen un par de cosas equivocadas en esa conclusión.
Antes que nada, está basada en una suposición incorrecta. Los dones espirituales no siempre comprueban que invalidan la carnalidad. No hay ninguna sugerencia en 1 Corintios que invalide los dones por usarlos de manera indebida. A pesar de que los corintios abusaron de ciertos dones, Pablo continúa exhortándoles inflexiblemente: «Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis» (1 Corintios 14.1).
En segundo lugar, se ha sugerido de que, siendo que Corinto fue la única iglesia a la que Pablo le escribió una carta tan larga en relación a los dones espirituales, era porque los dones no estaban presentes en las otras iglesias paulinas. La naturaleza del Nuevo Testamento es tal que uno tiene que ser muy cuidadoso al armar un argumento basado en el silencio, como decir que las iglesias paulinas no sabían acerca de los dones espirituales, ya que Pablo no los menciona en la carta que les escribió. Muchos de nosotros entendemos que las cartas de Pablo fueron escritas para dirigirse a ciertos temas y no como un catecismo.
Mi conclusión con respecto al silencio acerca de los dones espirituales en algunas de sus otras cartas es que, obviamente, él sentía que los estaban usando correctamente. No había que darle ni indicaciones adicionales ni corregir a las demás iglesias sobre el tema de los dones espirituales.
De la misma manera se podría pensar que, por el hecho de que Pablo no mencionara la cena del Señor en muchas de sus cartas a las demás iglesias, estas no supiesen acerca de la práctica de la comunión. Primera Corintios es la única carta en la cual Pablo menciona la santa comunión, aunque, sin lugar a dudas, se practicaba regularmente en las demás iglesias, aunque no en todas las reuniones.
Los abusos no descalifican la práctica de la cena del Señor ni la de los dones espirituales. Primera Corintios nos enseña que los dones válidos del Espíritu no siempre funcionan en personas 100% maduras, sabias o doctrinalmente conectas.
DON DE GRACIA
La palabra que se emplea en el Nuevo Testamento para los dones espirituales es carisma, o, literalmente, «don de gracia». En otras palabras, estos dones se dan libremente; no se ganan.
Fue Simón el mago quien malinterpretó los dones y el poder del Espíritu, pensando que podía comprarlos (Hechos 8.18-24). Pensamos que fue una cosa terrible. Sin duda que Simón tenía una idea errónea y Pedro lo reprendió severamente a causa de la maldad de su corazón, lo que le había permitido concebir la idea de poder comprar el poder de Dios. Pero no hay mucha diferencia entre ganar los dones y comprarlos. El dinero no es más que el resultado del esfuerzo y el trabajo. Contrariamente a algunas conjeturas sostenidas comúnmente, los dones y el poder de Dios se distribuyen de acuerdo a la voluntad del Espíritu Santo.
«Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1 Corintios 12.11).
Los dones no se dan como una muestra o señal de la aprobación de Dios al nivel espiritual de madurez de una persona. Tampoco se ganan por nuestra consagración. Son dones de gracia.
Pablo les escribió a los gálatas, quienes tenían dificultades en entender la gracia, y seguían poniendo las obras y la ley al hacer sus conjeturas.
«¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?» (Gálatas 3.1-3).
Aparentemente, los gálatas habían tenido una vivencia del Espíritu Santo, y con ella, cierta manifestación de los dones espirituales. Pablo les recuerda que así como los dones espirituales son por gracia, también lo es la justificación. Tampoco se puede dar vuelta esa idea. Así como somos salvos por gracia, no por obras ni por méritos, recibimos los dones del Espíritu por gracia, no por obras.
Al cojo que pedía limosna, Pedro y Juan le ordenaron que caminase en el nombre de Jesús. Cuando Pedro vio el asombro de la gente por la sanidad, dijo: «Varones israelitas, ¿-por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?» (Hechos 3.12).
Pedro quería resaltar claramente ese hecho y en forma rápida, antes que supusieran cualquier cosa falsa. La manifestación del poder de Dios no era una señal de su propia santidad personal. Él continuó diciendo: «Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros» (Hechos 3.16).
La sanidad fue el resultado del propósito de Dios en su tiempo, por hechos en fe en el nombre de Jesús; una fe que viene de Él. Ese pasaje tiene muchas ¡aplicaciones. Pero si hay algo que dice es que el milagro no fue por Pedro o por su espiritualidad. Tenía que ver con Dios y su propósito.
LLEGANDO A SER EL DON
Pablo les escribe a los efesios: «Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo» (4.7).
Lo que Pablo dice en los versículos siguientes deja en claro que el don al cual se refería era un don ministrador.
«Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros» (11).
No podemos dejar de notar el concepto erróneo acerca de las personas ungidas a las que se refiere este pasaje. Comúnmente suponemos que a la gente se le da el don de ser profeta, pastor o evangelista.
Pablo lo vio diferente. «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; ... profetas, ... evangelistas; ... pastores y maestros.» Claramente, el ministrador «era el don» a la iglesia. La unción del don no era en beneficio del que lo ministraba.
Eso cambia por completo la manera en que lo vemos. Los dones de Dios no son para nuestra promoción o estima.
Le son distribuidos a la gente que se convierte en recipiente y conductores de la misericordia de Dios en beneficio de los demás.
El don de Dios en la vida de una persona no es una señal que corrobore su consagración, su sabiduría o su doctrina como 100% verdadera. Hay que comprender el significado de Efesios 4.7 como que, por gracia inmerecida, a cada persona se le dan dones con el propósito de ser usados para bendecir a otros.
Los dones del Espíritu Santo, ya sean en forma de manifestaciones de poder y revelaciones, o en forma de personas que nos ministran, tienen el propósito de bendecir a la iglesia. No obstante, a la mayoría de nosotros nos cuesta evitar la tentación de ver los dones sobrenaturales del poder de Dios a través de un individuo como un símbolo de la aprobación sobre su vida, su madurez espiritual y su doctrina. Cuanto más significativo sea el don y el poder, mayor aprobación de Dios, al menos, así parecería.
Si entendemos que las manifestaciones del Espíritu son para el bien común y no en beneficio del individuo que Dios usa, tropezaremos menos con esa idea de que Dios usa personas imperfectas con frecuencia, gente inmadura- para bendecir la iglesia.
POR GRACIA, SÓLO POR MEDIO DE LA FE
No estoy sugiriendo un acercamiento prescindente de la ley al uso de los dones espirituales, de la misma forma en que aquellos que predican la salvación y la justificación sólo por la fe, sugieren vivir sin ley, dependiendo falsamente de la gracia como una salida fácil.
Estoy deseoso por fortalecer nuestras convicciones y examinar cuidadosamente todas las cosas, aunque vengan de un recipiente profético que esté poderosamente ungido.
En su reprensión a los gálatas, Pablo usa la idea de recibir los dones del Espíritu por fe y no por obras, como una analogía del recibimiento de la justificación por fe y no por obras (Gálatas 3.1-5). En mi mente hay una gran diferencia entre inmadurez, falta de sabiduría -y hasta siervos carnales- y aquellos que están en deliberada rebelión y desafían a Dios.
La gente en rebeldía y desafiante hacia Dios será sujeta a un serio interrogatorio si pretende reclamar ser usada por el Espíritu Santo en profecía y sanidad, o en otros dones espirituales.
La idea completa de la gracia es totalmente contraria a nuestra natural manera de pensar; los dones - hasta el de la salvación- se otorgan sobre la base de la gracia, solamente por medio de la fe, sin hacer ningún mérito o esfuerzo personal. Todas las demás religiones no cristianas tienen alguna receta para la salvación o unión con Dios, basada en las obras. En esta creencia, tan común como falsa, el hombre debe ganarse el perdón, debe esforzarse diligentemente para alcanzar la separación existente entre el hombre y Dios. Verdaderamente, es difícil comprender que pueda ser de alguna otra manera.
El punto de este capítulo no es la justificación, sino los dones y las manifestaciones del poder del Espíritu Santo en la iglesia. Sin embargo, se aplica el mismo principio. No hay manera en que alguien pueda entender apropiadamente la justificación por la gracia - y solamente por medio de la fe- sin mirarla desde la perspectiva de Dios.
Al ver la santidad de Dios por un lado y la profundidad del pecado del hombre por el otro, muchas cosas se ven bajo una nueva luz. La justificación solo por la fe únicamente tiene sentido cuando usted se da cuenta que ninguna cantidad de esfuerzo humano puede unir el inmenso abismo de separación. La solución de Dios en la cruz tiene sentido cuando usted se da cuenta que las conjeturas humanas son inútiles y defectuosas.
Ninguna cantidad de consagración o santificación puede lograr el derecho a los dones del Espíritu, más que la indulgencia puede lograr el perdón, o el dinero de Simón puede comprar el poder de Dios. Los dones del Espíritu se otorgan en base a la gracia de Dios, no en base a la madurez, la sabiduría o el carácter de la vasija.
Como consecuencia, tenemos que aprender a reconocer los dones auténticos del Espíritu Santo en la vida de las personas, a pesar de que están muy lejos de ser perfectos. La alimentación y administración cuidadosa de estos dones nos permite disfrutar de los beneficios de los depósitos que Dios ha puesto en creyentes inmaduros. Estos depósitos se hicieron con el propósito de bendecir a la iglesia.
Comparado con la pureza y la santidad de Dios, la diferencia entre el mejor y el peor de nosotros no es tan grande como imaginamos. La vida y el ministerio de Jesús nos muestran cómo es Dios, en realidad. Sin embargo, seguimos teniendo ideas erróneas acerca de las categorías del pecado para Dios.
En los tiempos bíblicos Dios perdonaba y extendía su gran misericordia a personas que, según nuestro estándar, habían- hecho algo muy despreciable. Sin disminuir la gravedad de algunos pecados serios en nuestra lista, Jesús mostró que la opinión personal acerca de cosas como el orgullo, la hipocresía, el trato a los pobres, la falta de perdón y la autojustificación eran más serias para Él de lo que nos podríamos imaginar. Eso viola alguno de nuestros conceptos preconcebidos y nuestra categoría acerca de los «pecados verdaderamente malos».
«El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1 Samuel 16.7). Parecería que Él es paciente y misericordioso con las personas que hacen cosas malas debido al hecho que les falta sabiduría, son inmaduros o simplemente débiles. Pero con aquellos que persisten deliberadamente desobedeciendo a Dios, queriendo hacer mal uso de la gracia para seguir cometiendo pecados, Dios ejecuta sus juicios, exponiendo esa rebelión deliberada.
El problema para nosotros es que es muy difícil saber lo que verdaderamente hay en el corazón de la gente, o como Dios los percibe. Debemos tener cuidado al juzgar como inválidos los dones espirituales debido a la debilidad e inmadurez de las personas. Puede que Dios esté más interesado en que se logre lo que Él ha planeado en la vida de una vasija profético, que en juzgar a esa persona.
CONJETURA FALSA 1:
«EL CARÁCTER ES IGUAL A LA UNCIÓN»
Las conjeturas van tanto a favor como en contra, inclusive las que se interpretan erróneamente. Por lo tanto, quienes suponen equivocadamente que los dones espirituales y la unción respaldan el carácter, llegarán también a la conclusión de que es el carácter el que produce los dones espirituales. Esto anima a mucha gente en ciertos círculos a «falsearlo» para no parecer «sin talentos». También implica que la gente más espiritual, madura y justa es aquella que tiene los dones más fecundos. Si como iglesia están empezando a andar por este camino de suposiciones, van a tener un viaje muy extraño.
Esta manera de pensar coloca, a la gente en un lugar de condenación, especialmente cuando todos los demás están profetizando, teniendo sueños proféticos y viendo visiones. Por experiencia, puedo decir que esto pondrá mucha presión sobre la gente si sienten que son menos espirituales que aquellos que tienen gran poder.
Así me sentí por un tiempo, y el resultado fue que renuncie a mi posición de liderazgo. La iglesia estaba herida y lastimada con mi decisión, la que demostraba mi inseguridad y falta de humildad.
Recuerde que la mayoría de las personas proféticas no tienen el don de liderazgo que es esencial para la salud, el balance y la seguridad de una iglesia. Una congregación dirigida solamente por profetas no es un ambiente seguro para el pueblo de Dios. Una de las cosas más importantes para hacer en una iglesia que quiere nutrir y administrar el ministerio profético es deponer el misticismo y los deseos camales de parecer superespiritual. Tenemos que quitar la vista de la gente y mantenerla fija en Jesús y en su propósito para nosotros. Esto no es un concurso de belleza espiritual, pero se puede convertir muy rápidamente en eso si la gente ve los dones como señal meritoria, en vez de verlo como una bendición para la iglesia. No se trata de la vasija. Hay que amar al Señor y construir su iglesia.
El hecho de que el poder y la revelación fluyan a través de ministros proféticos no es, necesariamente, una señal de que Dios esté complacido con otros aspectos de su vida. A veces, los dones proféticos seguirán operando aunque haya un desmoronamiento interior en la vida del profeta.
Las personas con prominentes dones espirituales, así como las que han sido llamadas al liderazgo, tienen que estar en constante alerta contra la arrogancia. Eso quiere decir, simplemente, que usted, su posición o su propósito son tan importantes que lo juzgan más indulgentemente. Las personas altivas son quienes creen que porque están haciendo una labor tan importante para Dios y porque el poder de Dios se manifiesta a través de ellos, no se les toman en cuenta cosas como la integridad, la honestidad y la bondad, especialmente en las cosas pequeñas de la vida.
Esta tentación al autoengaño es lo que ataca a mucha gente en posiciones de poder e influencia. Es un gran engaño porque la verdad es todo lo opuesto. «Y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá» (Lucas 12.48).
Toda persona por medio de la cual operan los dones espirituales, as! como toda aquella en posición de privilegio o liderazgo, debe estar muy alerta al día de ajuste de cuentas que se acerca. Un día estaremos delante de Dios para la evaluación final de nuestra vida y ministerio (1 Corintios 3.11-15).
Dios tiene misericordia de las vasijas débiles, y manifestará sus dones por medio de ellos, a pesar de que las cosas no estén muy bien interiormente. Pero, no se engañe. Las cosas no van a seguir así para siempre. Es como un perro atado con una correa larga; puede perseguir al gato hasta cierto límite, pero a su tiempo y repentinamente la correa alcanzará su máxima extensión.
Algunos hijos de Dios han sido expuestos como ejemplo de que El es paciente con sus pecados, y que no se arrepiente de haberles dado dones. Otros son ejemplos de otra cosa; a su tiempo, Dios llama a sus siervos a rendir cuentas de su mayordomía. La disciplina de Dios se ve de manera más explícita en este grupo y nos lleva a temer a Dios (1 Timoteo 5.20-24).
Saúl fue un ejemplo de ambas maneras en las que Dios elige trabajar con sus siervos. Él siguió siendo rey de Israel aun con su pecado y su rebelión, y fue usado pacientemente por Dios para ganar grandes batallas. Dios bendijo parcialmente a Israel bajo el reino de Saúl a pesar de sus pecados, pero sólo hasta cierto punto.
Saúl había perdido tanto el temor del Señor como la consciencia de que Dios estaba mirando y pesando sus acciones. A su tiempo, se pasó de la raya.
El mensaje para los profetas, líderes y miembros de iglesia es este: los dones de Dios se otorgan libremente como señal de su misericordia, no de su aprobación. No menosprecie los dones espirituales valederos que se manifiestan en personas espiritualmente inmaduras. Pero también, no se engañe ante la gracia y la paciencia de Dios con las vasijas proféticas que siguen ungidas por una temporada, mientras continúan en su carnalidad. A su debido tiempo, Él nos llamará a todos a rendir cuentas de nuestra mayordomía con los dones que nos ha confiado.
LA UNCIÓN EQUIVALE A RESPALDO DIVINOHACIA EL ESTILO DEL MINISTERIO:
Los beneficios que tuvimos en la iglesia como resultado del ministerio profético vinieron acompañados naturalmente de algunos dolores de cabeza. Las mayores dificultades han tenido que ver con el estilo de ministerio y la metodología.
Él a veces ofende la mente para revelar el corazón. El punto aquí, no obstante, es el estilo poco ortodoxo y la metodología que las personas proféticas pueden llegar a adoptar a causa desu propia debilidad. He sostenido algunas largas y dolorosas discusiones sobre este tema con algunas personas proféticas de nuestra iglesia, desde los más avezados hasta los que están empezando a experimentar el don.
En los casos más problemáticos, la gente - y hasta la misma palabra profética parecía estar ungida por el Espíritu Santo, pero la forma de decirla estaba fuera de lugar.Si la gente no es de carácter responsable, lo que empieza como una metodología inusual se puede tomar en exageración y manipulación.
En muchos casos he tenido que decir: «Debes dejar de hacerlo.»Con frecuencia, las personas proféticas son tentadas a pensar que su estilo y método en particular son esenciales para la unción de la obra a través de sus vidas. Puede que digan: «No; lo tengo que hacer de esta manera o si no la unción de Dios no se manifestará a través mío.»La metodología o el estilo ministerial no producen ni poder ni unción. Esa es otra conjetura falsa en la que cae mucha gente. Porque usted estaba parado en determinado lugar, haciendo determinada cosa cuando Dios le habló, se movió o sanó, no significa que esa circunstancia tenga algo que ver. Sin embargo, la gente trata de repetir la experiencia para ver otra vez el poder de Dios.
El Señor ha usado con frecuencia a Bob Jones, permitiendo que imponga las manos en las manos de las personas. A veces pone sus dedos sobre los dedos, y mientras tanto Dios le revela cosas específicas por medio del Espíritu Santo, cosas que Él quiere que Bob le diga a la persona. Bob Jones ha sido extremadamente acertado en su ministerio profético. Pero enseguida el método dedo-a-dedo se convirtió para muchos en la forma del discernimiento del Espíritu Santo. Por supuesto que esto es ridículo.
El discernimiento viene por el Espíritu Santo, no por la metodología.He visto toda clase de gente en todo el cuerpo de Cristo, imitando estilos y métodos porque creen que el método es la llave. Es la persona del Espíritu Santo la llave para operar el poder de Dios. Debemos tener cuidado, constantemente, de pensar que si la reunión de oración de la mañana se hace como siempre se hizo, y el líder de adoración dirige las mismas canciones ungidas de siempre, entonces, tal vez, Dios volverá a repetir lo del cometa. Eso es superstición espiritual.Algunos ministros proféticos hacen estas extrañas conjeturas en su mente.
El lugar tiene que estar en determinadas condiciones. La música tiene que ser precisamente esa. No debe llorar ningún bebé, que haga que el Espíritu Santo se vaya. Es como el jugador de pelota que, antes de un partido, se pone las mismas medias y sigue la misma rutina supersticiosa.¿Qué pasa entonces si el bebé llora o el lugar no está en las mismas condiciones? ¿Qué tiene eso que ver con la personalidad del Espíritu Santo y su unción? Probablemente, el Espíritu Santo no sea tan asustadizo y fácil de apagar por la «falta de ambientación», como piensan algunas personas.
Lo que solemos llamar «una reunión ungida», generalmente se refiere a crear y mantener la atmósfera y la disposición correcta. Los evangélicos conservadores siempre operan con esto, algunos buscan las palabras exactas y las canciones que predispongan a la gente para hacer el llamado al altar.
Si pueden disminuir la potencia de luz, mejor aún.Debemos evitar pensar que la metodología libera el poder de Dios, o que el Espíritu no se pueda mover sin los adecuados métodos humanos.La música puede organizarse de tal forma que sea más agradable y placentera. Está bien hacer eso, pero no es necesariamente lo mismo que la bendición del Espíritu Santo o la presencia de Dios.
En algunas iglesias suben el volumen y dejan sonando el saxofón, y dicen: «¡esto está que arde!»Existe la tendencia natural en algunos de nosotros de tratar de sistematizar las experiencias espontáneas. A veces pensamos que si descubrimos el método clave, lo podremos controlar. Si las personas tienen éxito en su ministerio (o aparentan tenerlo) entonces comienzan a manipular también a la gente. Le he tenido que advertir a algunos para que cambien sus métodos, porque básicamente eran manipuladores y controladores, aunque sin intención.
Las personas reconocidas como hombres y mujeres ungidos por Dios tienen, en potencia, el poder de sugestión. El líder que sucumbe a esta sugestión o manipulación puede que hable de esta manera: «Venga si quiere un toque de Dios. Vamos a orar y, si usted es realmente sensible al Espíritu, caerá bajo el poder de Dios.»Siempre y cuando se le diga a la gente que se va a caer, que va a recibir una palabra profético o que va a hablar en lenguas, se está usando el poder manipulador de la sugestión. He visto a un conocido ministro reprendiendo a la gente porque no se caía cuando él oraba. A una mujer le dijo:-¡Escuche: sólo reciba!- Estoy recibiendo - le contestó la mujer.-¡No me diga que está recibiendo! ¡Está ahí parada, resistiendo! - le dijo el ministro.Empezaron a discutir allí mismo.
Él quería que ella se cayera como una señal de que Dios la estaba tocando.Los ministros con poder y dones proféticos que no están en una relación equilibrada con los miembros de la iglesia local, con frecuencia permiten que sus tendencias de método-como-poder dominen sus ministerios. Es mucho más difícil dejarse llevar por la manipulación y la jactancia cuando usted está cercanamente relacionado a un grupo equilibrado, que vive en un mundo real.
Algunas personas en el ministerio empujarán y presionarán hasta que la persona por la que están orando se caiga. Para ellos se ha convertido en una misión personal, porque está expuesta su imagen pública. Esto es pura manipulación.Las falsas conjeturas y los cálculos erróneos acerca de la metodología llevan a las exageraciones. El método se convierte en el falso sostén.
Los métodos de la ministración están funcionando al máximo, pero no está sucediendo nada santo o sobrenatural. Pero, está en juego la credibilidad del ministro, y él piensa que tiene que producir. Puede que él crea que la prueba segura de una fórmula o método es que funcione todas las veces.Cuando la gente ha llegado tan lejos, se siente presionada a decir que Dios está obrando, aunque no lo esté haciendo. Este es un grave error.
Estos ministros han comenzado a andar por un camino de emociones ficticias y metodología institucionalizada. Temen decir que Dios no se está moviendo en determinado ministerio porque, si lo hacen, piensan que todo se derrumbaría.
Hay demasiado interés en preservar la fórmula o la imagen.Algunas personas levantan organizaciones alrededor de una rama en particular de la metodología con la que se han hecho famosos. Contratan personas para el equipo, forman organizaciones y trabajan para mantener la maquina andando. Pero un día, todo el mundo se dará cuenta y admitirá que el rey no tiene ropa. No está pasando nada. Se ha convertido en una conspiración de simulación.Los dones y las manifestaciones son dados según el Espíritu Santo lo desea. Podemos orar, danzar y gritar toda la noche como los profetas de Baal, pero si el Espíritu Santo no se quiere mover, no se va a mover. Eso es asunto de su incumbencia. A veces Dios toma una prueba sorpresivo, reteniendo su poder por un tiempo para ver si el líder confía humildemente en Él, en vez de aparentar siempre estar ungido.
En su misericordia, Él nos hace una evaluación rápida que muestra nuestros motivos, a fin de ayudamos a estar preparados para el examen final de los últimos días.Queremos desterrar esa especulación falsa que dice que si usted sigue una fórmula, Dios manifestará su poder. Creo que en ciertas ocasiones Él no lo hace, estratégicamente, para desviar el corazón de la, gente del ministro y de los métodos.A veces, Él suelta su Espíritu para que saquemos la confianza de la metodología. Nuestro deseo es no vemos nunca débiles, pero el testimonio de Pablo fue que él se gloriaba en sus debilidades, para que el poder de Cristo morase en él (2 Corintios 12.9-10).Existe cierto misticismo espiritual intrínsecamente entretejido en el ministerio profético. Después de todo, escuchar directamente al Dios viviente es algo asombroso. Cuando la gente abierta y hambrienta rodea a una persona ungida proféticamente, teme y a la vez anhela que esta persona revele sus secretos y la perspectiva divina.
Generalmente, las personas se agarran de cualquier palabra que dicha persona pronuncie. Esta dinámica hace que ambas partes sean vulnerables a tentaciones únicas. Sin embargo, creo que es camal utilizar cualquier misticismo que pueda envolver el ministerio profético para influenciar en la gente. Desafortunadamente, esto sucede con mucha frecuencia. Muchos individuos con el don profético empiezan a tomarse muy en serio a sí mismos, o les gusta sentir que tienen influencia sobre los demás. Están tentados a hacerse ver como más espirituales, santos y sensibles de lo que son.He observado que es más fácil envolverse con el ministerio profético que con cualquier otro papel que uno pueda desempeñar en el Cuerpo de Cristo.
La gente profética, generalmente, se sujeta a las expectativas de los demás, de que ellos siempre están escuchando a Dios, ¡ya sea que Él les' esté diciendo algo o no!Creo que tendríamos que hacer las cosas un poco «más difíciles» para Dios cuando de demostrar su poder se trata. Permítame explicarlo.He ponderado cómo Elías derramó agua en los sacrificios del Monte Carmelo (1 Reyes 18). No echó combustible encendió flotando un fósforo en su espalda. Tenía confianza en que caería del cielo el fuego de Dios que consumiría el sacrificio, aunque estuviera mojado.Yo retaría a los ministros proféticos a poner un poco de «agua en los sacrificios» que preparan, y a confiar de verdad en que Dios muestre su poder sin sentir la presión de tratar de ayudar tanto a Dios.
Entonces, cuando se manifieste su poder, la gente no va a glorificar al profeta de Dios sino a Dios en el profeta.Los desafío a que arrojen el manto sobre el misticismo de la profecía y rehusen, intencionalmente, usarlo para ganar favor, alabanza, oportunidades, simpatía confianza, afecto o dinero. Les pido que se impresionen con Dios y su poder, y no tanto consigo mismos.