Pero te sentiste inseguro, molesto o incluso agredido por desafíos relativos a temas tales como la fe, la moralidad y la verdad, porque te pareció que no tenías suficiente información sobre los fundamentos racionales de la fe cristiana? Si así fue, no eres el único. Todos anhelamos estar más informados sobre la fe, la filosofía, la lógica y demás disciplinas de la fe cristiana.
No solo deseamos conocer los hechos, los argumentos y la teología, sino también comprender cómo aplicarlos con eficacia para interactuar con los demás en nuestra cultura. La meta de la apologética cristiana es eliminar los obstáculos que se interponen entre una persona y la cruz de Cristo. La apologética demuestra que la fe cristiana no es solamente una cuestión de preferencias, sino que aborda las objeciones, elimina los errores conceptuales sobre la fe, brinda evidencias y argumentos a su favor, y demuestra las debilidades del ateísmo y demás sistemas de creencias.
El Nuevo Testamento establece un modelo para la apologética cristiana y ordena aplicarla. El término griego apología, del cual proviene la palabra apologética que nosotros usamos, se usa para describir una justificación, como se aplica en una defensa legal o argumentación. En el Nuevo Testamento, se traduce como defensa o vindicación.
El apóstol Pablo argumentó a favor de la fe de dos maneras. En primer lugar, descubrió que su audiencia creía en alguna forma de religión, lo cual constituyó un punto de acuerdo. Según Pablo, el problema no consistía en que no creían en nada, sino en que creían en algo falso. La perspectiva que tenían del mundo era religiosa, pero también era totalmente indefendible.
Al conocer las fallas evidentes del sistema religioso de sus oyentes, Pablo estableció las razones a favor de la fe cristiana como un sistema de creencias, caracterizado por la coherencia entre el poder que creó y sustenta el universo, y el sentido de justicia que prevalecía ampliamente en la sociedad griega. En segundo lugar, Pablo se basó en los hechos que podían ser indagados por toda persona interesada. Reconocía que si la fe cristiana era verdadera, debía estar arraigada en hechos concretos.
Pablo vio el punto de contacto en los aspectos históricos, físicos y temporales de la vida de Jesús, quien era una persona real, que había hecho y dicho ciertas cosas en lugares y momentos específicos. Detrás del audaz enfoque de Pablo había una lógica y una coherencia que le conferían autoridad porque comprendió la importancia del intelecto y su relación con la fe.
La vida cristiana es un equilibrio del intelecto, las emociones y las experiencias. Dios es quien da coherencia y sentido al mundo. Con respecto al uso de la apologética, hay que aclarar dos cosas. Primeramente, la meta de la apologética cristiana no es ganar una discusión a cualquier costo. Es muy posible ganar una discusión y, a la vez, hacerlo de una manera que no represente el amor de Cristo, caracterizado por la gracia.
Los cristianos tienen que hablar la verdad con amor. En segunda instancia, la obra del Espíritu Santo consiste en salvar a las personas, mientras que la obra del cristiano consiste en testificar de la verdad. El Espíritu Santo toma dicho testimonio y lo usa para abrir la mente y el corazón de las personas que escuchan.
Un apologista jamás logrará que alguien entre al reino a fuerza de discusión. Los cristianos necesitan cumplir su deber de una manera caracterizada por la información y la gracia, y tienen que esforzarse por no agregar al evangelio ninguna ofensa ni ninguna piedra de tropiezo. Tal vez te interese la apologética cristiana cuando te des cuenta de que casi toda su aplicación tiene lugar a diario mediante conversaciones casuales.
En esas conversaciones diarias es cuando dialogamos e intentamos encontrar el sentido a los problemas de la vida. Por eso, necesitamos prepararnos para esa conversación espontánea. Si tenemos en cuenta el mandamiento de ser capaces de defender la verdad que está en nosotros como creyentes, y de amar a Dios con toda nuestra mente, tenemos que equiparnos con los hechos, las evidencias y los argumentos que demuestran la fe cristiana.
Tenemos que proveernos del conocimiento de la cultura que nos rodea, y con nuestra disposición para interactuar en ella. Tenemos que equiparnos con el conocimiento de Cristo para administrar un antídoto contra dicha cultura. No repiquemos como una campana pesada sino interpretemos la melodía más hermosa, una música atractiva, contagiosa e irresistible para quienes todavía no creen en el Señor.
Doug Powell, es licenciado en apologética cristiana, graduado en la Universidad de Biola. Doug ha grabado varios discos; la revista Rolling Stone declaró una vez: «La música de Powell es increíble». Vive en Nashville, Tennessee.