Tomó tiempo para orar (Mar. 1:35; Mat. 14:23; Luc.5:16) y oraba especialmente ante decisiones importantes (Luc. 6:12-15). Está intercediendo por los creyentes ahora a la diestra de Dios (Hebreos 7:25; Rom. 8:34).
1. Relájate y enfoca tu atención en Dios (Salmos 46:10). Esto puede ser animado por la alabanza y la adoración; lectura y meditación de la Palabra de Dios; contemplación de la grandeza, poder y amor de Dios (Santiago 4:8; 2 Cor. 10:5). Somete tu mente a la voluntad de Dios y enfoca tu atención en El.
En la oración privada debemos tomar el tiempo adecuado para Dios. Esto necesita disciplina al principio, pero pronto la disciplina se convierte no en un deber, sino en un gozo (Mateo 6:6). Escoge una hora del día o de la noche cuando no te vayan a molestar. Asegúrate de que tengas el suficiente tiempo no sólo para hablar con Dios, sino también para escucharle.
2. El pecado voluntario bloquea la comunión con Dios y da a Satanás un camino para entrar en nuestra vida. Confiesa cualquier pecado que el Espíritu Santo te muestre en aquel momento y recibe el perdón de Dios (1 Jn. 1:9). También necesitamos perdonar a otros que nos han agraviado, no importa lo doloroso y equivocados que hayan sido (Mat. 6:12; Luc. 6:37-38).
Jesús nos perdonó mucho y espera que perdonemos a otros sin guardar rencor. Cuando confesamos y perdonamos podemos aceptar la limpieza de Dios y saber que tenemos un corazón puro ante El.
3. Ora para que el Espíritu Santo te llene hasta rebosar (Efesios 5:18). En fe pide al Espíritu Santo que te dé poder, que te dirija y que ore a través de ti. Hablar en lenguas puede ayudar en esto (Rom. 8:26).
4. Sé protegido por la proclamación del señorío de Cristo en tu vida y la sumisión de Satanás a Dios (Santiago 4:7). También, vístete con toda la armadura de Dios (Ef. 6:10-18).
5. Sé expectante de que Dios te hablará y por tanto espera en El (Salmos 62:3). Tres voces tienen acceso a tu mente cuando estás a solas orando: la de Satanás y la de Dios.
- Con tu mente y voluntad entregada a Dios, tu voz no hablará.
- Limpiado por la Sangre de Cristo, proclamando a Jesús como Señor, resistiendo a Satanás y protegido por la armadura de Dios, Satanás no puede hablar.
- Lleno con el Espíritu Santo, Dios hablará.
6. Cuando Dios te da algo que orar o decirle a El o a otros, sé obediente y dilo.
7. Sé determinado en seguir con ello, no importan los problemas que puedan surgir (Luc. 11:8; Luc. 18:1-8). Mucha gente falla en esta área. Necesitas orar, perseverando hasta que sepas que has llegado algún sitio y la paz de Dios repose en tu corazón (Filipenses 4:7).
No sigas, sin embargo, tus sentimientos. Habrá días en que la oración parecerá lejos de ti. Continúa en oración de todos modos, y Dios te bendecirá y te acercará a El otra vez.
8. Habla con normalidad y naturalidad a Dios. No hace falta que uses un lenguaje formal o religioso. Dios es tu Padre y te ama por ser tú mismo.
9. Cesa deliberadamente de preocuparte. Estar ansioso es un pecado y es una falta de confianza en tu Padre celestial, según Jesús (Mt 6:25-34). Aproxímate siempre a la oración con fe en Dios.
10. Dios quiere que le presentes todos tus ruegos personales (Filipenses 4:6) porque no hay nada demasiado pequeño o trivial para tu Padre celestial. Sin embargo, también es importante orar por las necesidades de otros incluso en tu propio tiempo íntimo con el Señor. Sé específico porque Dios quiere que veas respuestas específicas a tus oraciones. Listas de oración pueden ayudar, pero cuando se agoten deja que el Espíritu Santo te guíe. En tu tiempo de oración privado a menudo es de ayuda el orar en voz alta porque ello evita que tu mente se distraiga.
11. Intercala la oración con alabanza y acción de gracias, especialmente por oración contestada. La alabanza y acción de gracias a Dios muchas veces liberan la oración porque libera el poder de Dios. La oración puede hacer todo lo que Dios puede hacer (Malaquías 3:10). La oración contestada edifica la fe y confianza en Dios, por tanto busca la oración contestada.
12. La oración alineada al ayuno da un filo cortante en la oración. Esto no es una palanca para poner en Dios, sino que es sencillamente una manera de negarte y disciplinarte para que haya menos de ti y más entregado a Dios en tu vida en ese momento.
Conclusión
La oración y las verdades de la Palabra de Dios son vinculadas de modo inextricable, porque mientras oramos según la voluntad de Dios como esta indicado a través de su Palabra o por el Espíritu en oración, tenemos la promesa de que veremos la respuesta (1 Jn. 5:14-15; Rom. 8:26-27).
Es de vital importancia que pasemos tiempo con Dios y su Palabra como discípulos de Jesús. Recuerda, cualquiera puede orar por cualquier cosa en cualquier momento. La oración puede alcanzar cualquier necesidad en cualquier parte. La oración nos vincula con las posibilidades ilimitadas de Dios (Jeremías 33:3, Salmo 2:8).