Tres Realidades
Debo empezar contestando mi propia pregunta, “¿Qué es un evangelista?” Un evangelista es un hombre, mujer, pastor, maestro, o iglesia que ha sido enviado a llevarle al mundo las obras de Dios y las realidades celestiales.
Las primeras palabras del libro de Génesis son como una explosión de la verdad: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Tres realidades: Dios, los cielos, y la tierra. Ese es el triple ambiente en el que vivimos los seres humanos. Nosotros fuimos creados por Dios, somos criaturas de la tierra y nuestro destino es el cielo.
Dios creó los cielos y la tierra a la misma vez; dos lados de la Creación – el visible y el invisible – en un solo evento. El Creador no es lo único invisible porque Él está sobre toda la creación. Al mismo tiempo, el mundo invisible es real. Nosotros podemos percibir su presencia y tener experiencias – tanto buenas como malas – lo cual nos recuerda que es un mundo real.
Un Misterio que Sobrepasa Nuestro Entendimiento
La creación trasciende toda ciencia y todo conocimiento. Las cosas que nuestros ojos pueden ver no son las únicas cosas que existen. Existe un misterio que sobrepasa nuestro conocimiento. De hecho, el misterio está en nosotros; nuestro espíritu puede llegar más allá de la esfera terrenal y material.
Sin embargo, parece que no todas las cosas del mundo invisible son buenas. Aún los ángeles han pecado y han caído de la gracia (2 Pedro 2:4). Quizás para sorpresa nuestra, leemos en Job 15:15 que: “ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos”; y en Apocalipsis 20:11 leemos: “delante del cual huyeron la tierra y el cielo…”. Aún así, 2 Pedro 3:13 dice que un día habrá “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
La humanidad le pertenece a Dios, a los cielos y a la tierra. Las personas no son solamente carne sino también espíritu. Los animales no son moralmente responsables; sin embargo, nosotros sí. Nosotros somos las únicas criaturas que pecamos, porque nosotros somos las únicas criaturas sobre la tierra que tenemos una naturaleza espiritual. La carne y el espíritu coexisten hasta el día de la muerte, pero ese momento no es el fin de la carne ya que la Palabra dice que tendremos un cuerpo inmortal resucitado.
La obra de Cristo estuvo relacionada con los dos mundos. Él vino a tratar no sólo con los males espirituales sino también con los físicos. Eso se hace evidente en varios versículos de 1 Juan 3.
El versículo 5 dice: “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados…”; más adelante, el versículo 8 dice: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. Hechos 10:38 muestra claramente cuáles eran esas obras: “cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo…”. Jesús vino a rescatar a las personas, a Salvarlas de sus pecados y a sanar a aquellos que estaban siendo afligidos por Satanás.
Cristo se preocupó no sólo por los espíritus de las personas sino también por sus cuerpos físicos. Él perdonó los pecados, sanó a los enfermos y echó fuera a Satanás.