Era el día 14 de abril, poco antes de media noche, cuando terminé de hacer nuestra declaración de impuestos de renta. Mis cálculos demostraban que yo debía impuestos tanto para el gobierno federal, como para el estatal.
Mientas llenaba los cheques para la Secretaria del órgano recaudador de impuestos y del Estado de Kansas, pude sentir diversas emociones burbujeando dentro de mí. Sentí ansiedad, frustración y resentimiento por tener que llenar aquellos cheques, un poco inesperados.
Lo que descubrí en aquel momento fue la actitud de mala voluntad que yo tenía con relación al pago de impuestos. Pero, al pensar sobre eso, me di cuenta que existen momentos en que me siento de la misma manera al ofrendar para sustentar causas benéficas en las cuales creo.
Cuando lleno cheques regulares para nuestra iglesia, por ejemplo, esta práctica a veces parece programada, una rutina mas o un hábito. Ella se tornó un deber u obligación, en vez de privilegio o alegría. Esto me hizo imaginar: ¿Cuál es la solución? Dejo de ofrendar, cambio la cantidad que doy de vez en cuando, ¿o decido cambiar mi ofrenda para otra causa?
Encontré la respuesta en la Biblia, en II de Corintios 9:7, “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, o por necesidad: porque Dios ama al dador alegre.”
Supongo que alguien puede usar este pasaje como fundamento lógico para no ofrendar nunca, especialmente si no lo está haciendo con alegría y con el corazón. Mientras tanto, lo que me dijeron fue que, en vez de optar por no ofrendar, yo necesitaba cambiar mi actitud. Si yo decidí en mi corazón dar una cierta cantidad, creyendo que es lo que Dios puso en mi corazón, necesito ofrecerla generosamente, sin dudar
En II de Corintios 9:12, el apóstol Pablo prosigue diciendo: “Porque la suministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino también abunda en muchos hacimientos de gracias a Dios.” Al leer esto, pensé que mi actitud necesitaba de un ajuste. Para cada uno de nosotros, el acto de dar debe fluir de nuestro amor y gratitud a Dios, una expresión de agradecimiento por todo lo que Él nos ha proporcionado.
Usted cree que dar es parte natural de su vida, algo de lo que participa voluntariamente, ¿o un acto difícil, que los hace sentir que está siendo exigido con dudas a liberar recursos que ganó con arduo trabajo y por tanto tiene el derecho de retenerlos y usarlos como crea conveniente? Este es un asunto importante, porque existen necesidades enormes a nuestro alrededor, muchas genuinas y dignas de nuestra consideración. Vale la pena meditar sobre las inolvidables palabras de Jesús: “... Más bienaventurada cosa es dar que recibir.” (Hechos 20:35)
Si usted está ofrendando con duda o rechazo como yo lo he hecho algunas veces, considere un cambio de actitud. Ciertamente resultará en bendición para usted mismo, así como para otros.