La cantidad, en la mayoría de los casos, es mas apreciada que la calidad. Las iglesias también hacen así, por ejemplo, ellas pueden que nunca actualicen su lista de miembros, manteniendo nombres de personas que dejaron de participar de los cultos o de otras actividades, hace diez años o más.
La frecuencia a seminarios es un área donde esta fijación por números me afecta más.
Frecuentemente me es difícil no sentirme desanimado, cuando se trabaja duro para promover un evento y solamente 10 a 15 personas aparecen para participar. Mientas tanto, al ver los resultados de algunos eventos que ayudé a promover en el pasado, es evidente que algunos discursos, a pesar de tener grandes audiencias, produjeron muy pocos frutos duraderos.
Comparo esto a un seminario que presenté algunos años atrás, donde fueron apenas 10 o 12 personas. Recuerdo lo frustrado que me sentí en ese momento, imaginándose el pequeño grupo valía todo el tiempo y energía que fueron invertidos.
Pero cuando reflexiono sobre las personas que estuvieron ahí y sobre el resultado final de ese día, no puedo dejar de sentirme maravillado. Lo que Dios hizo con el reducido auditorio sobrepasó todo lo que yo jamás habría soñado, aunque muchas personas hubieran participado.
La mayoría de los que participaron de ese seminario me permitieron trabajar con ellos, en cierta medida, en sus negocios y muchos se tornaron colaboradores en la obra que Dios me llamó a hacer.
He visto en cada uno de esos individuos un nivel de crecimiento espiritual a lo largo del tiempo que es muy gratificante. Sin duda, aquel puñado de personas produjo mas frutos espirituales que muchos de los grandes eventos en los que me envolví.
El éxito es un bien curioso, generalmente ilusorio y típicamente difícil de medirse. Talvez sea por eso, supongo, que intentamos tan tenazmente usar los números para determinar si obtuvimos éxito o fallamos. Infelizmente, los números no cuentan toda la historia, a veces, inclusive, ellos son la causa de muchas conclusiones erradas.
Después de que Jesús alimentó a 5,000 persona, con apenas 5 panes y dos peces, como está relatado en el capítulo 6 del evangelio de Juan, las multitudes lo buscaban y querían más. Ellos querían ver más milagros, especialmente si tenían que ver con alimento. Pero Jesús respondió en Juan 6: 27: “Trabajad no por la comida que perece, mas por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará; porque a éste señaló el Padre, que es Dios”
Esta enseñaza no fue bien aceptada. Muchos de los llamados “discípulos” de Jesús Lo dejaron en aquel día. Ellos estaban allí por el show, y cuando Jesús dejó de “actuar”, la mayoría de ellos decidió que tenían mejores cosas para hacer. Se pudiéramos medir los resultados de Su milagro en términos de números, seríamos tentados a Juzgarlo un fracaso, ya que apenas un puñado de seguidores permaneció.
Pero Jesús prosiguió alimentando a Sus 12 discípulos, con el alimento espiritual eterno, que se desarrolló hasta tornarse la sólida Iglesia de Jesucristo en todo el mundo en los días actuales.
En su negocio o empresa, usted está concentrándose en los números o en los resultados permanentes? Mi consejo es: no se deje aprisionar por el juego de los números. Al contrario de eso, edifique su organización sobre relaciones profundas y significativas.