En la década de 80, durante la quiebra de los préstamos agrícolas, fui de banco en banco examinando los préstamos que jamás deberían haber sido hechos.
En los 90 la moda era que una empresa compre otra mucho más grande con préstamos concedidos con base en el valor de la mayor.
Las autoridades financieras usan expresiones como “desaceleración de la economía”, “estancación” y “recesión” para describir las condiciones económicas actuales. Un factor primario que contribuye para esa situación, particularmente en los Estados Unidos, fue la concesión de grandes préstamos hipotecarios para individuos y familias que descubrieron ser incapaces de asumir ese pago.
Los padrones en la concesión de crédito son devastadores para los deudores distraídos, que tratan de comprar algo mas allá de sus posibilidades, ya sea casa, carro u otro bien de un alto valor.
La primera responsabilidad de quien da el préstamo es hacer una buena inversión. Sin embargo, si actúa correctamente, el prestamista también tiene el deber de salvaguardar el bienestar de quien lo pide.
Al negar el préstamo de un valor que la persona que lo pide claramente no tiene la capacidad financiera de cumplir con esa obligación, el prestamista puede estar evitando mucho sufrimiento.
¿Por qué razón ocurren errores periódicos en la concesión de préstamos? A veces son solo errores de mal juicio. Pero la mayor parte está relacionada a la envidia. Alguien descubre un lugar para ser explotado y, luego otros prestamistas oyen hablar de lucros que crecen y de corto plazo de los rivales, la envidia se manifiesta. En poco tiempo, la carrera para ganar con la última forma de préstamos, afecta toda la economía.
Situaciones así son, en general, muy lucrativas por algunos años, porque lleva tiempo hasta que los problemas salgan a la luz. Pero cuando surgen y los deudores comienzan a atrasar los pagos, la crisis corre de tal manera, que los prestamistas tratan de retirarse lo más rápido posible, haciendo que las pérdidas y el impacto ser mucho mayor.
En el mundo de los negocios es muy fácil desarrollar una “mentalidad de manada”: “Si todo mundo está haciendo una cosa, debe ser bueno para nosotros también” Seguir ese tipo de pensamiento puede hacer que la empresa se torne una víctima de especulación imprudente y precipitada.
La Biblia enseña que eso fue lo que estaba pronto para suceder con Asaf, pero felizmente él se contuvo. Leemos sobre la sabiduría de ese hombre en el Salmo 73:2-3: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos.”
En el actual veloz y altamente competitivo ambiente de negocios, podemos ver a nuestros rivales siendo beneficiados por prácticas que jamás usaríamos. Y si no estuviéramos dispuestos a permitir que ellos obtengan ventajas, como en el caso de prestar una grande suma de dinero a quien lo pide con capacidad de pago cuestionable, debemos luchar contra la tentación de comprometer nuestros padrones.
Sugestión: si es tentado a tener envidia de sus rivales, haga una pausa para considerar lo mejor a hacer. No vaya atrás de la tendencia del momento solo para ganar más dinero. Las tendencias pasarán y usted no va a arrepentirse.
Cuestiones Para Reflexión/Discusión
1. ¿Qué piensa sobre crédito y préstamo? ¿Usted estaría dispuesto a asumir o a ampliar un préstamo, estando con dudas sobre su capacidad de pagarlo?
2. ¿Qué cree que está por detrás de la creciente tendencia de concesión de préstamos de alto riesgo? ¿Cómo reacciona a la afirmación de que la crisis económica que estamos pasando se debe, en parte, a prácticas de crédito cuestionables e imprecisas?
3. ¿Usted cree que las empresas que prestan dinero tienen la obligación de velar por los intereses de potenciales clientes, antes de concederles el préstamo?
4. ¿Cómo cree que el pasaje de Salmos 73:2-3 se relaciona con el problema de individuos y empresas queriendo obtener préstamos que están mas allá de su capacidad de pago?
Si quiere considerar algunos otros pasajes bíblicos relacionados a este tema, consulte: Proverbios 15.16; 19.2; 22.7; 22.26-27; Lucas 14.28-33.