Cuando observamos el mundo a nuestro alrededor, podemos deducir que hay una creación inteligente con un diseño inteligente. Detrás de una creación, forzosamente tiene que haber un Creador, un Diseñador inteligente; detrás de una pintura, tiene que haber un pintor; detrás de una escultura, tiene que haber un escultor, etc.; detrás de leyes morales, tiene que haber un Legislador moral.
De ahí sabemos que la única manera de poder vivir una vida racional y una vida saludable, es reconociendo la naturaleza de las leyes morales que están a nuestro alrededor.
Estas leyes son reales y debemos sometemos a ellas para poder tener una vida equilibrada y sana mental y espiritualmente. Si hay un Diseñador inteligente detrás de todo lo que existe, también es lógico que haya un Legislador de las leyes morales del universo.
La ley física de la gravedad no puede ser violada, ya que es permanente y actúa las veinticuatro horas del día. Si tú vas caminando por una barranca y pisas en falso, te cáes por el efecto de la ley de la gravedad, la cual establece que todo lo que pesa más que el aire, es atraído al centro de la tierra.
Las leyes físicas que nos rodean son la base la investigación científica, por lo que la ciencia no podría existir si no fuera por el orden y el diseño del universo. Gracias a este orden, existe la astronomía, la física, la química, la biología, la genética y demás disciplinas científicas.
Si no hubiera un orden, como el que existe en el universo entero, los científicos no podrían observar los fenómenos de la naturaleza para analizarlos, explicarlos, medirlos y comprobarlos. Hace casi dos mil ochocientos años, Dios, a través del profeta Jeremías, dijo estas palabras:
"Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre" (Jeremías 31:35).
Cuando leemos estas palabras asombrosas y descubrimos que en el siglo XV (más de quince siglos después de que Jeremías escribiera esto), Galileo Galilei, un científico italiano, comenzó a hacer observaciones y a comprobar que efectivamente la tierra es redonda (Isaías 40:22).
Más tarde se descubrió que tiene una inclinación de veintitrés grados y medio sobre su eje y que la distancia que hay de la tierra al sol es exacta, es decir que si la tierra tuviera dos grados de diferencia a la derecha o dos grados a la izquierda, sería imposible la existencia humana, la existencia vegetal y la existencia animal. ¡No podemos más que maravillamos de la revelación bíblica!
El movimiento de la tierra alrededor del sol es preciso y exacto en días, segundos y minutos; la posición de la luna, la luz del sol hacía nuestro planeta, los cambios de las cuatro estaciones que tenemos, todo, absolutamente todo a nuestro alrededor, ¡está regido por leyes!
Estas leyes son inmutables. "Si faltaran estas leyes delante de mí dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente". (Jeremías 31:36). Dios prueba que estas leyes que Él ha establecido son inmutables y no pueden estar sujetas a ningún cambio.
Leamos también en Jeremías 33:20,21:
“Así ha dicho Jehová: Si pudiereis invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche, a su tiempo, podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros".
Notemos que Dios hizo un pacto con el día y con la noche. No es coincidencia que nosotros seamos seres que funcionamos dieciocho horas nada más y que, exactamente cuando se oscurece a nuestro alrededor, la posición de la tierra respecto a la luna y al sol cambia para que nos vayamos a la camita.
Sería imposible que durmiéramos si tuviéramos luz. Dios relacionó la oscuridad con el sueño de todos los habitantes de este planeta. Ninguna de estas cosas es coincidencia.
Vean también en los versículos 25 y 26 de este mismo capítulo: "Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la descendencia de Jacob".
Las leyes del cielo y de la tierra son un principio claramente establecido en la Biblia y comprendido por las leyes físicas actuales, las cuales, cuando se ignoran, se paga un precio muy alto.
Lo mismo sucede con las leyes morales. Dios ha establecido leyes físicas y morales inmutables, es decir, leyes absolutas que no se pueden negar, negociar, ni discutir, ni argumentar. Nada de que para unos el homosexualismo es bueno y para ti otros es malo, o decir que para mí la marihuana es esto y para ti aquello.
¡NO! Hay leyes morales establecidas por Dios que si el hombre viola, acarrea su propia autodestrucción.
“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo” (Isaías 5:20).
Hollywood puede presentar la fornicación, el adulterio y el homosexualismo como algo normal y exitoso, pero todos sabemos perfectamente bien que esta degradación moral produce celos, pasiones, relaciones rotas, violencia, enfermedades venéreas, traumas emocionales profundos, hogares destruidos, drogadicción, culpa, frustración y muchas veces, hasta suicidio y asesinatos. La realidad es totalmente diferente a la de las telenovelas y a la de las películas de Hollywood.
Desafiar las leyes morales de Dios puede llevar a juicios muy grandes. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido" (Romanos 1:21).
La Biblia dice que la soberbia intelectual y la inmoralidad bloquea el entendimiento, nubla la razón y oscurece el discernimiento. La Biblia se refiere al corazón como el centro de nuestros sentimientos, voluntad e intelecto.
Comprende toda el área de las emociones, lo que se conoce comúnmente en filosofía como “empirismo” (lo que solo puede percibrise por medio de los cinco sentidos). La gente guiada por el empirismo, es la que dice: "Yo no creo lo que no veo, lo que no oigo, lo que no huelo, lo que no toco".
Todo lo que perciben nuestro cinco sentidos, las cinco puertas que tenemos y que nos comunican con el mundo exterior, es lo que la Biblia llama: el corazón.
La Biblia nos muestra pues, que las emociones y los sentimientos del ser humano, su mente, su percepción del mundo y la vida, están en tinieblas.
El ser humano no puede hablar juiciosamente, no puede dar soluciones sabias, no puede resolver sus problemas porque sus emociones, sus sentimientos, su intelecto y su propia voluntad están en tinieblas.
Tomado del Libro: Dios y la existencia del Mal
Autor: Dr. Armando Alducin
Vida nueva para el mundo