Los hermanos regresaron a Canaán portando valiosos regalos. José los había provisto de túnicas nuevas y muchos alimentos.
A Benjamín, el hermano menor, le regaló además trescientas monedas de plata, por el susto que se había llevado…
Cuando Jacob se enteró de que José seguía vivo y que se había convertido en un poderoso señor, lloró de la alegría.
—Si Dios me da fuerzas para soportar el viaje a Egipto, me gustaría llevarlo a cabo, para volver a abrazar a José —dijo, conmovido.
Dios el Señor se le apareció entre sueños y le dijo:
—No temas el viaje. Te acompañaré a ti, a tus hijos, a sus familias, a los criados y a las criadas a Egipto, y ningún mal caerá sobre vosotros. Tus doce hijos se convertirán en los patriarcas de las doce tribus de mi pueblo. Y más adelante guiaré a sus descendientes de regreso a las tierras de Canaán.
—Sí, Señor —dijo Jacob en el sueño.
En las semanas siguientes, Jacob y sus hijos cargaron todos sus bienes en carretas tiradas por animales. Rubén envió un mensajero a Egipto.
El mensajero anunció a José que su padre, Jacob, junto con sus hijos, sus familias, los criados y las criadas, con todos sus rebaños de animales y sus bienes materiales se irían a vivir a Egipto, tal como él se lo había ofrecido.
Esta noticia hizo muy feliz a José, quien de inmediato anunció al faraón la próxima llegada de su padre y sus hermanos.
—Eres mi mejor funcionario y mi mejor amigo —dijo el faraón—. Lo que hagas, bien hecho estará. Tu padre y tus hermanos han de ser también mi padre y mis hermanos. Les daré la mejor tierra egipcia, donde podrán cultivar el campo y criar los animales.
Sé que los hijos de Canaán sois muy trabajadores. Y esto también nos será de provecho a nosotros.
José hizo una profunda reverencia y agradeció al monarca con todo su corazón.
Luego partió hacia la frontera del país, con el fin de encontrarse con su padre lo antes posible.
Jacob abrazó a José durante un largo rato, sin que las abundantes lágrimas que corrían por sus mejillas los avergonzaran.
Por orden del faraón, los viajeros de Canaán se instalaron en Gosen, la región más fértil del reino egipcio…
En cierta ocasión, Dios el Señor le había dado a Jacob el nombre de «Israel», que significa «el que pelea con Dios». Este nombre lo heredaron los hijos de Jacob y su descendencia, que llegaría a ser conocida como «el pueblo de Israel» o, sencillamente, «los israelitas».