Con grandes pinceladas, Dios pintó su creación a través del espacio vacío.
“¡Que exista la luz!”, ordenó Dios en medio de la oscuridad, y se esparció una luz brillante en el inmenso lienzo en blanco. A la luz Dios le llamó “día”, y a la oscuridad le llamó “noche”. Ese fue el primer día.
El segundo día, en medio de la luz, Dios dijo: “Quiero que haya algo que separe las aguas de arriba de las aguas de abajo”. Dios le llamó “cielo” a ese gran firmamento.
“Quiero que las agua se junten en un solo lugar y que aparezca lo seco”, ordenó Dios al tercer día. Y así fue.
Después, Dios dijo: “Quiero que la tierra produzca plantas y árboles que tengan semilla y den fruto”. Y el aire se llenó de la fragancia de los lirios y los manzanos en flor.
Al cuarto día, Dios indicó: “Quiero que el sol alumbre en la tierra para que señale el día, y que la luna y las brillantes estrellas señalen la noche”. Y se hizo así.
Después, al quinto día, Dios dijo: “Quiero que los mares y los ríos, los lagos y los arroyos, se llenen de seres vivos. Quiero que haya aves que vuelen en los cielos”. Y hubo toda clase de peces que nadaban entre las olas, mientras que las águilas y los petirrojos llenaron el cielo azul.
El sexto día, Dios dijo: “Quiero que en la tierra haya toda clase de seres vivientes”. Y aparecieron animales de todo tamaño, forma y color.
Luego Dios miró lo que había hecho, muy complacido con su creación. Y todo era muy bueno.
Sin embargo, faltaba algo. Dios hizo la tierra, el cielo y todos los seres vivos, pero eso no era todo lo que había planeado hacer. Él no había terminado todavía. Aún no había hecho lo mejor.
Ese mismo día, Dios hizo su mejor obra. Él creó al ser humano a su imagen. Dios creó a un hombre llamado Adán y a una mujer llamada Eva. Ahora tenía una parte de su creación que podía amar y con la cual tener una relación y los puso en un huerto llamado "El Huerto del Edén" para que lo cuidaran y lo labraran.
Luego Dios miró lo que había hecho y dijo: “¡Esto es muy, muy bueno!”.
El Mensaje de Dios
Tú eres mi
mejor creación.
Mirarte a ti es mejor
que ver una puesta
de sol junto al mar.
Verte correr y jugar
es mejor que observar
a los hermosos animales
que corren por
las llanuras de África.
Ver una sonrisa
en tu rostro es mejor que
contemplar un amanecer.
Tú eres mi orgullo.