Genesís 8
Después de ciento cincuenta días, Dios envió un viento seco sobre la Tierra y el agua empezó a descender.
El Arca tocó tierra firme y dejó de navegar. Se encontraba sobre la cima del monte Ararat, una imponente montaña situada en Oriente, en la actual Turquía.
El agua continuaba su descenso. Las cimas de las montañas más altas asomaban cada vez más a la superficie.
Tras cuarenta días, Noé abrió una ventana del Arca y dejó salir a un cuervo.
El ave se elevó en el aire y se alejó graznando. Gracias a la aguzada vista había divisado un objeto oscuro en una de las cimas. Se trataba del cuerpo sin vida de un búfalo que las aguas habían transportado hasta allí.
Los cuervos se alimentan de carroña, de modo que el descubrimiento del animal ahogado alegró al cuervo de Noé. Con él podría alimentarse durante mucho tiempo.
El cuervo permaneció en la lejana cima. Y los miembros del Arca esperaron en vano su regreso…
Transcurridos siete días, Noé dejó salir a una paloma, que se elevó en el aire y empezó a volar en círculos.
Pero los bosques, los jardines y los prados de la Tierra se hallaban todavía bajo las aguas. La paloma buscó en vano un árbol donde poder construir su nido. Pero no encontró ni la menor huella de naturaleza viviente. Las cimas desnudas de las montañas más altas no la atraían.
De modo que regresó al Arca.
Tras otros siete días, Noé envió a la paloma por segunda vez. Cuando regresó aquella tarde, traía una rama de olivo en el pico, con hermosísimas hojas verdes.
Noé supo en aquel momento que las aguas del diluvio universal habían descendido por fin. Pero como era un hombre precavido, envió a la paloma por tercera vez.
Y esta vez no regresó.
La Tierra se había secado.
Dios el Señor habló a Noé:
—Abandona el Arca junto a tu mujer, tus hijos, sus mujeres y todos los animales que están contigo. Os regalo la nueva Tierra a vosotros y a vuestra descendencia. Id en paz.
De modo que Noé y sus hijos, su mujer Naamah y las mujeres de sus hijos salieron del Arca, seguidos por todos los animales.
Los animales que habían nacido en el Arca saltaban alegres en torno a sus madres: el ternero con la vaca, el potro con la yegua, los lechones con la cerda, los pollitos con la gallina…
Noé construyó un altar de piedra y realizó una ofrenda de gratitud a Dios.