El hecho de que una reunión se realice en la iglesia, o tenga contenido cristiano, no es garantía de que será atractiva.
Sin lugar a dudas, muchas reuniones son aburridas. Y el factor principal es la falta de creatividad al organizar las ideas del programa.
Es nuestra responsabilidad edificar a los jóvenes de manera creativa y motivadora, de modo de que no se aburran y valoricen la eseñanza.
Al mismo tiempo que señalamos la necesidad de ser creativos al organizar las ideas, debemos el evitar el error de hacer programas por el solo hecho de presentar algo novedoso. Quienes se limitan sólo a lo novedoso, no cumplen la misión de edificar a los participantes del programa.
¿Te has preguntado cómo funciona tu proceso para organizar tus ideas?¿Cómo elaboras tus programas y desarrollar tus propósitos? Cada uno tiene su estillo propio para organizarce. Este estilo está íntimamente vinculado con el carácter, con la forma de pensar y la historia personal.
Describiré tres modelos que suelen usarse con mayor frecuencia para organizar las ideas de un programa para jóvenes. Analiza estos modelos y reconoce el que mejor te describa. Si solo uno no alcanza, ¿Cuál es la convinación que mejor lo hace?
Al caracterizar cada modelo, utilizare dos palabras : caos y orden (con el mismo sentido se usa en el primer capítulo de Génesis ). La palabra cáos describe el conjunto de elementos que carecen organización y sentido. El término orden describe la organización de esos mismos elementos bajo una idea rectora que les da unidad y propósitos.
Del Caos Al Orden
Para algunos de nosotros, la organización creativa comienza cuando hacemos una lista de todas las ideas que se nos ocurren, tal como vienen a la mente, sin cuestionar su validez.
Luego, poco a poco las organisamos y desechamos aquellas no contribuyen al programa específico en que trabajamos. Este es el mismo proceso que seguimos al armar un rompecabezas; no podemos ubicar las piezas en el primer lugar que encontramos para ellas .
Del mismo modo con las ideas, debemos encontrar el lugar adecuado para cada una. Para queines fumcionan dentro de ests estilo, la tarea más difícil no es generar ideas nuevas, sino tomar tiempo para organizarlas de manera armónica y coherente .
Del caos al caos
Otros de nosotros tenemos una gran capacidad para improvisar. Y aunque el producto no sea necesariamente malo, no dejará de ser caos .
La improvisación es caos por la falta de unidad y sentidos en las ideas. Buenas ideas, pero mal aprovechadas por falta de un orden mínimo que les dé sentido y coherencia, o mal aprovechada por no haber preparado los materiales necesarios.
Esto podrá evitarse tomando tiempo para armonizar las ideas. Seguramente, habrá ocasiones en que inevitablemente nos encontramos en medio de tipos de caos. Un “Salvavidas “que puedes utilizar en tales circunstancias para darle cierto orden al caos, es responder estas dos preguntas: ¿Cuál es la idea central que deseo comunicar ? ¿Qué quisiera que ocurra en las personas que participarán del programa?.
Es preferible retrasar el programa y responder a estas preguntas, que iniciarlo sin tener idea de la dirección que debes tomar.
Del Orden Al Orden
Otros de nosotros somos muy metódicos. Tenemos organizados los temas para todo el año. Luego planificamos cada programa estableciendo objetivos específicos, organizando las actividades que nos permitirán lograr esos objetivos y buscando el material didáctico necesario.
Este proceso se clasifica por ser lógico y metódico, y generalmente las idaes fluyen de una manera a otra elegante. Al mismo tiempo, la exageración de este modelo puede llevarnos al error de someternos exageradamente a lo establecido, limitando a las adaptaciones necesarias en todo programa.
Siempre nos encontramos con imprevistos, y quienes operamos con este modelo tenemos problemas para resolver aquellos imprevistos que no estaban considerados en la planificación.
Los cristianos tenemos una gran ventaja, contamos con la iluminación del Espíritu de Dios. El puede iluminar nuestra mente para que la organización de las ideas sea creativa y edifique a los jóvenes.
Puede sensibilizar nuestro corazón para que comprendamos las necesidades del grupo.
Y el puede fortalecer nuestra voluntad para disciplinarnos al organizar las ideas. Es la obra de Dios a través de nuestras habilidades y talentos.