El 18 de abril de 1906, un reportero del diario Los Angeles Times escribió una historia de primera plana sobre un culto al que había asistido la noche previa. Titulado: “Extraño Babel de lenguas”, el reportero comenzó su artículo con estas palabras: “Susurrando palabras extrañas y repitiendo un credo que parecería que ningún mortal cuerdo podría comprender, la secta religiosa más reciente ha comenzado en Los Angeles”. Él estaba escribiendo sobre la Misión Calle Azusa.
Sin embargo, la Misión Calle Azusa no era ni nueva ni sectaria. El avivamiento trazó sus raíces a Hechos 2, donde el derramamiento del Espíritu Santo sobre los discípulos tuvo un resultado similar de hablar en lenguas, la burla de las multitudes y la proclamación valiente del evangelio. Así como el primer Pentecostés fue un acontecimiento inclusivo, representativo de “todas las naciones bajo el cielo” (Hechos 2:5), también Calle Azusa traspasó barreras de raza y denominación. En ambos casos, Pentecostés y Calle Azusa, el evangelio de Jesucristo y el don del Espíritu Santo fueron gratuitos para todos.
Pentecostés, esta historia es nuestra historia traza un paralelo entre Pentecostés y el derramamiento del Espíritu Santo en la Calle Azuza en California
Hay otro elemento similar entre el primer Pentecostés y Calle Azusa. Ambos emplearon lo que se podría denominar una hermenéutica “esto-es-aquello”.
Pedro explicó a la burlona multitud de Jerusalén lo que estaba ocurriendo entre los discípulos: “Ésto es lo dicho por el profeta Joel” (Hechos 2:16). De la misma manera, Calle Azusa en efecto dijo: “Esto es lo que ocurrió en el libro de los Hechos”. Esta fusión de horizontes entre la promesa bíblica y la experiencia contemporánea es característica de los pentecostales a través del mundo.
En efecto, esto es lo que define el pentecostalismo. Un pentecostal es simplemente “un cristiano que cree que el libro de Hechos proporciona un modelo a la iglesia contemporánea”. La experiencia de los primeros creyentes pentecostales es la misma experiencia que vive la generación presente de creyentes pentecostales. Su historia es nuestra historia.
Es debido a que los pentecostales fusionan los horizontes bíblicos y contemporáneos que unimos el bautismo en el Espíritu Santo con el hablar en lenguas, ya que eso es lo que Hechos 2 hace. Es por esto que asociamos el bautismo en el Espíritu con la obtención de poder para la misión, más bien que con la regeneración espiritual. Y es por esto que esperamos que Dios realice “señales y prodigios”, y manifieste dones espirituales en cultos de adoración. Todas estas cosas sucedieron en la primera comunidad pentecostal, y su historia es nuestra historia.
La intención de este libro es inspirarlo a buscar más “poder” del Espíritu Santo, de modo que usted pueda ser un mejor “testigo” de Jesucristo, tanto dentro como fuera de su país (Hechos 1:8).
Robert Menzies dice:
Hace pocos meses un buen amigo me preguntó: “¿Por qué los pentecostales hablan tanto acerca del bautismo en el Espíritu Santo?” Él quería saber lo que motivaba a los pentecostales a enfatizar esta específica experiencia espiritual.
Mi respuesta le sorprendió. Simplemente sugerí que él debiera leer el segundo capítulo del libro de Hechos. Aunque esto pueda resultar una sorpresa para algunos, la experiencia y práctica pentecostal son impulsadas y moldeadas por la Biblia, en particular por la narrativa de Hechos. Es imposible entender a los pentecostales sin considerar este hecho básico y fundamental.
El 18 de abril de 1906, un terremoto de magnitud 7,9 remeció San Francisco, California, sacando la noticia de Calle Azusa de la primera página al día siguiente en Los Angeles Times.
El terremoto fue un acontecimiento importante, por supuesto. Sin embargo, cuando miramos hacia atrás en el siglo veinte, vemos claramente que fue el crecimiento mundial del pentecostalismo lo que realmente trastornó “el mundo entero” (Hechos 17:6). Mientras miramos hacia adelante en el siglo veintiuno, ¡que nuestra historia como pentecostales continúe siendo la suya en una medida aún más creciente!