En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. (Hebreos 11:6).
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera (vea Hebreos 11:1). En la Palabra de Dios se nos promete que la fe del tamaño de una semilla de mostaza puede mover una montaña (vea Mateo 17:20).
Abraham creyó en esperanza de que recibiría la promesa de Dios (ver Romanos 4:18). Algunas personas tratan de tener fe, pero no tienen esperanza. No tienen una expectación positiva de que algo bueno les va a suceder gracias a la gran bondad de Dios.
Creo que la esperanza precede a la fe y está conectada con ella. No podemos tener una sin la otra. ¿Cómo podría una persona negativa y sin esperanza caminar y vivir por fe? La persona quizá crea en Dios, pero un hombre o una mujer de fe hacen más que confiar en que Dios está vivo; también creen que Él es bueno, y que es galardonador de los que lo buscan. Esperan y tienen expectación de la bondad de Dios, no porque la merezcan, sino porque Dios promete darla.
He pasado los últimos 38 años de mi vida viajando por el mundo, predicando y enseñando la Palabra de Dios. A lo largo de ese tiempo he conocido muchas personas increíbles; personas como usted. Empresarios, amas de casa, mamás que trabajan, artistas, ministros, empresarios, políticos, voluntarios, mamás solteras, papás solteros. He tenido el privilegio de conocer hombres y mujeres de casi cada manera de vivir.