El mensaje de Amós es el del juicio que vendrá y la restauración que seguirá. Podrá notarse que hay cierta igualdad en los temas de muchos de los profetas.
Esto se explica por el hecho de que había una causa predominante que producía su mensaje; es decir, el pecado nacional, por lo tanto el mensaje era en la mayoría de los casos uno de condena. Pero al mismo tiempo que tenían un mensaje de reprensión para la nación en general, tenían también un mensaje de consuelo y restauración para un remanente fiel.
Amós ve el pecado de Israel con relación a los grandes privilegios que le otorgaron, y demuestra que por causa de los grandes privilegios que eran suyos y por no andar de una manera digna de los favores que Jehová había derramado sobre ellos, su castigo sería mayor que el de los paganos que no habían tenido las mismas ventajas que ellos habían tenido (3:2).
El tema de Amós puede declararse de la manera siguiente: La exposición de los pecados de un pueblo privilegiado, cuyos privilegios le trajeron grandes responsabilidades y cuyo fracaso bajo esa gran responsabilidad le trajo un juicio de acuerdo con la luz que habían recibido.
Autor. Amós era nativo de Tecoa, como a diez kilómetros al sur de Belén, habitada en su mayoría por pastores, a cuya clase pertenecía, siendo también recogedor de higos silvestres. No había sido ordenado oficialmente como profeta, ni tampoco había asistido a la escuela de los profetas; su único motivo para predicar fue un llamamiento divino (7:14,15).
Su ministerio fue principalmente para las diez tribus, aunque también tuvo un mensaje para Judá y los países que la rodeaban. Profetizó durante los reinados de Uzías, rey de Judá (2 Cr 26), y de Jeroboam II, rey de Israel (2 Reyes 14:23-29), desde alrededor de setenta años antes del cautiverio de las diez tribus.
Bet-el fue el escenario principal de su predicación, tal vez la única. Cuando había dirigido varios discursos allí, Amasías, el sumo sacerdote del santuario real, envió un mensaje al rey, quien parece no haber estado presente, acusando al predicador de traición, y al mismo tiempo ordenó a este último que saliera del reino.
Evidentemente había alguna razón para temer que los pobres oprimidos fueran inducidos a rebelarse en contra de sus señores y amos. Las amenazas del juicio venidero turbarían a muchos oyentes.
Las denuncias de crueldad e injusticia despertarían muchos ecos. Sin embargo, el lenguaje del sacerdote muestra todo el desprecio que un funcionario de puesto elevado siente hacia un intruso que no es nadie, un hombre que piensa ganar su vida de una manera precaria profetizando (7:10-17).
Al llegar a su casa. Amós indudablemente pone por escrito la sustancia de sus discursos.
Bosquejo del libro de AMOS
- I. Juicios sobre las naciones (1 — 2)
- II. Juicio sobre Israel (3 — 9:6)
- III. La restauración de Israel (9:7-15)