La Epístola a Filemón es la única muestra de la correspondencia privada de Pablo que se ha preservado. Por la vislumbre que presenta de cortesía, prudencia y destreza del apóstol, se ha conocido como “la epístola de la cortesía”.
No contiene ninguna enseñanza respecto a la doctrina cristiana o a la conducta cristiana. Su valor principal está en el cuadro que presenta de la obra práctica exterior de la doctrina cristiana en la vida diaria, y de la relación del cristianismo a los problemas sociales.
Reuniremos nuestro tema de la historia relatada por la epístola, una historia que tiene su centro alrededor de un esclavo fugitivo llamado Onésimo. Éste era más afortunado que algunos de sus compañeros esclavos en que tenía por amo a un cristiano, a Filemón, un convertido de Pablo.
Por razones no mencionadas, Onésimo huyó de su amo, y al hacerlo probablemente se llevó consigo alguna de la propiedad de su amo. Se fue a Roma, donde se convirtió bajo la predicación de Pablo. En él encontró el apóstol un creyente sincero y un amigo fiel.
Onésimo había llegado a ser tan querido para Pablo que con gusto éste último lo hubiera retenido para que le sirviera en su cautiverio. Pero el apóstol tuvo que hacer un sacrificio.
Aunque Onésimo se había arrepentido de su pecado, había un llamamiento hacia la restitución que podía hacerse sólo por el regreso del siervo sometiéndose a su amo. El cumplimiento del deber implicaba un sacrificio no sólo para Pablo, sino que exigía uno mayor por parte de Onésimo, que al volver a su amo estaba expuesto a un castigo severo. La crucifixión era la pena que por lo general se imponía a los esclavos que huían.
El sentido de justicia requería que Pablo devolviera al siervo; pero el constreñimiento del amor lo hizo interceder por él y salvarle del castigo. Tomando su pluma escribió una carta cortés y acertada de súplica afectuosa y vehemente, identificándose con Onésimo.
Después de saludar a Filemón y a su familia (vv. 1-3), Pablo lo elogia por su amor, fe y hospitalidad (vv. 4-7).
El apóstol tiene una súplica que hacer.
Como Pablo, el apóstol, podría ordenar; pero como Pablo el anciano, el prisionero del Señor más bien prefiere rogar a Filemón (vv. 8,9). Su petición es que éste reciba de nuevo a Onésimo, uno que en un tiempo fue inútil, pero que ahora ha llegado a ser útil: Onésimo, el propio hijo en la fe de Pablo (vv. 10-12).
Apreciaba tanto al esclavo que lo hubiera retenido como su siervo, pero sin el consentimiento de Filemón, no actuaría (vv. 13,14).
Tal vez fuera la providencia de Dios que Onésimo hubiera partido, para que pudiera volver a estar para siempre con su amo, no como siervo, sino como hermano (vv. 15,16).
Pablo se identifica con Onésimo; si éste debe algo, el apóstol lo pagará. Pero Filemón debe recordar que él está en deuda con Pablo en un sentido, por su salvación (v. 19). Es la confianza de Pablo, que Filemón obedecerá y aún hará más de lo que se le pide (v. 21). La epístola concluye con los saludos acostumbrados (vv. 22-25).
De los versículos 16 al 21 podemos inferir confiadamente que a Onésimo se le dio su libertad. Así que por la regeneración del individuo y por la unión del amo y siervo en Cristo, fue resuelto el problema de la esclavitud; cuando menos en una familia.
Resumiremos el tema de la epístola a Filemón de la manera siguiente: El poder del evangelio en la solución de los problemas sociales.
Cuándo se escribió. Fue enviada con Tíquico con las cartas a los coloreases y efesios.
Bosquejo del libro de FILEMON
- I. Introducción: Saludos (vv. 1-3)
- II. Elogio de Filemón (vv. 4-7)
- III. Intercesión por Onésimo (vv. 8-21)
- IV. Conclusión: Saludos (vv. 22-25)