El libro de Habacuc presenta el cuadro de un hombre de Dios perplejo por el problema de la aparente tolerancia de la iniquidad por parte del Señor.
El profeta está rodeado por todas partes de la iniquidad triunfante que no recibe castigo. Al parecer, al principio Dios no escucha su clamor por el juicio.
Cuando al fin su oración es contestada y se pronuncia el juicio, queda aún más perplejo, porque los agentes del juicio de Dios, los caldeos, son más impíos y más dignos de castigo que las víctimas.
Habacuc está lleno de dudas y de preguntas. Pero afortunadamente lleva sus perplejidades al Señor, que pronto las disipa, y que presenta una solución a sus problemas resumida en una declaración que es el corazón del libro: “El justo por su fe vivirá” (2:4).
Es decir, no importa cuán oscuro se vea el porvenir y cuán triunfante parezca el mal, el hombre justo no debe juzgar por las apariencias, sino más bien por la Palabra de Dios; aunque los impíos vivan y prosperen en sus impiedades y los justos sufran, estos últimos deben vivir una vida de fidelidad y confianza.
El profeta aprendió bien esta lección, pues aunque su profecía empieza con misterio, preguntas y dudas, termina con certidumbre, afirmación y fe. Resumiremos el tema de la manera siguiente: El conflicto y triunfo final de la fe.
Autor. Prácticamente nada se sabe de Habacuc, excepto lo que puede saberse de algunas tradiciones que por cierto no están muy de acuerdo entre sí. De 3:1,19 se ha inferido que era levita y participaba de la música en el templo.
Como Nahúm predijo la destrucción de la nación asiria, y Abdías de los idumeos, así Habacuc profetizó la caída del imperio caldeo. Como él habla del poder creciente de la nación últimamente mencionada y de la inminencia de la invasión de Judá, se ha llegado a la conclusión de que Habacuc profetizó durante los reinados de Joacaz y Joacim.
Bosquejo del libro de HABACUC
- I. El conflicto de la fe (1 y 2)
- II. El triunfo de la fe (3)