Hay cierta semejanza entre la Segunda Epístola de Pedro y la de Judas. Ambas tratan de la apostasía en la iglesia y describen a los líderes de esa apostasía. Parece que Judas cita a Pedro respecto a este tema (cf. 2 P 3:3 y Jud 18).
Ambos tienen en mente la misma clase de farsantes: hombres de corrupta moralidad y de excesos vergonzosos. Pedro describe la apostasía como futura; Judas como presente. Pedro expone a los falsos maestros como impíos y extremadamente peligrosos, pero no en su peor estado; Judas como a depravados y desordenados en sumo grado.
Fue la presencia de estos hombres en la iglesia y su actividad en esparcir sus doctrinas perniciosas, lo que inspiró a Judas a escribir esta epístola, el tema de la cual es: El deber de los cristianos de guardarse sin mancha, y de contender eficazmente por la fe, en medio de la apostasía.
Autor. Se cree que el autor fue Judas el hermano de Santiago y de nuestro Señor (Marcos 6:3).
Por qué se escribió. Para advertirles en contra de los apóstatas dentro de la iglesia, quienes a pesar de haber negado la fe, aún retenían su posición de miembros.
Cuándo se escribió. Probablemente entre los años 70 y 80 d.C.
Bosquejo del libro de JUDAS
Después del saludo (vv. 1,2), Judas menciona el propósito de su escrito. Al principio había intentado escribir respecto a la doctrina; pero la presencia de los falsos maestros, le había hecho darles una advertencia para que contendieran por las verdades del evangelio (vv. 3,4).
Para ilustrar la condenación de estos maestros son dados tres ejemplos de apostasía antigua (vv. 5-7). Estos apóstatas, al ceder a la tentación de sus imaginaciones pecaminosas, son culpables tanto de pecado carnal como de rebelión en contra de la autoridad (v. 8), y hablan en contra de la autoridad en términos que Miguel el arcángel no se atrevió a emplear al hablar con Satanás (v. 9).
Se atreven a hablar mal de las cosas espirituales de las cuales son ignorantes; sin embargo, en las cosas que comprenden, se corrompen en ellas (v. 10). Su pecado y su condenación están prefigurados por la Escritura (v. 11) y por la naturaleza (vv. 12,13).
Son el tema verdadero de la profecía de Enoc (v. 14). En cuanto al carácter, ellos son murmuradores y querellosos, aduladores astutos, burladores de las cosas espirituales, hombres que crean divisiones, que son enteramente carnales, no teniendo el Espíritu de Cristo (vv. 16-19).
Pero los creyentes, en contraste con ellos, han de edificarse en la fe, orar en el Espíritu Santo, permanecer en el amor de Dios, siempre mirando a Jesús (vv. 20,21).
En cuanto a los que están en error, han de tener compasión de los más débiles que han titubeado; los otros han de hacer un esfuerzo supremo por salvarles, pero siempre vigilando para no ser contaminados con la ropa manchada de doctrina pervertida y de vida sensual (vv. 22,23).
Judas concluye con una doxología muy adecuada al tema que ha estado discutiendo. Es una doxología que alaba a Aquel que puede guardar al creyente de caer en la apostasía y el pecado, y que es poderoso para mantenerlo sin caída hasta el gran día (vv. 24,25).