El libro de los Salmos es una colección de poesía hebrea inspirada, exponiendo la adoración y describiendo las experiencias espirituales del pueblo judío.
Es la porción más personal del Antiguo Testamento, dándonos una revelación del corazón del judío santo, y recorriendo todas las escalas de sus experiencias con Dios y el hombre.
En los libros históricos vemos a Dios hablando acerca del hombre, describiendo sus fracasos y sus éxitos; en los libros proféticos vemos a Dios hablando al hombre, reprendiendo a los impíos y consolando a los justos a la luz del porvenir. Pero en los Salmos vemos al hombre hablando a Dios, derramando su corazón en oración y alabanza; hablando acerca de Dios, describiéndolo y exaltándolo por la manifestación de sus glorioso atributos.
Y cuando el santo del Antiguo Testamento habla de esta manera a su Dios, cualquiera que sea su experiencia, ya sea de prosperidad o adversidad, bendición o castigo, de éxtasis más elevado o de desaliento más profundo, predomina una nota a través de toda su adoración: la de alabanza.
Él puede alabar a Dios en todas las circunstancias, porque su fidelidad en el pasado es una garantía de su fidelidad en el futuro.
Además, es esta comparación del pasado y del futuro lo que ha dado ocasión para introducir el elemento profético en los Salmos. Pues cuando el escriba o profeta veía el fracaso del reino y del rey terrenal de Israel, prorrumpía en palabras inspiradas acerca del glorioso reino de Dios y de su glorioso Rey venidero, el Mesías.
Podemos resumir de esta manera el tema de los Salmos: Dios ha de ser alabado en toda circunstancia de la vida, y esto, por causa de su fidelidad en el pasado, lo cual es una garantía de su fidelidad en el futuro.
Autores. Muchos de los Salmos son anónimos y todavía hay dudas en cuanto a los autores de algunos. Los siguientes son los autores generalmente reconocidos:
David, considerado el autor de los setenta y un salmos que llevan su nombre.
Asaf, director del servicio del coro en el templo en el tiempo de David, y también un profeta (1 Cr 6:39; 2 Cr 29:30).
Salomón, rey de Israel.
Moisés, jefe y legislador de Israel.
Etán, un cantor (1 Cr 15:19).
Hemán, un cantor y vidente del rey (1 Cr 6:33; 15:19; 25:5,6).
Esdras, un escriba que enseñó la ley a los judíos después del cautiverio.
Ezequías, rey de Judá.
Los hijos de Coré, directores de la adoración de Israel.
Jedutún, un director de música en el tabernáculo (1 Cr 25:10).
Bosquejo del libro de SALMOS
En la Biblia hebrea los Salmos se dividen en cinco libros:
- Libro I — Comienza en el Salmo 1
- Libro II — Comienza en el Salmo 42
- Libro III — Comienza en el Salmo 73
- Libro IV — Comienza en el Salmo 90
- Libro V — Comienza en el Salmo 107
Se ha sugerido la siguiente clasificación de los Salmos:
1. Salmos de instrucción: Sobre el carácter de los hombres buenos y malos, su felicidad y su miseria (Salmo 1); sobre la excelencia de la ley divina (19, 119); sobre la vanidad de la vida humana (90) sobre el deber de los gobernantes (82); sobre la humildad (131).
2. Salmos de alabanza y adoración: Reconocimiento de la bondad y el cuidado de Dios (23, 103); reconocimiento de su poder y de su gloria (8, 24, 136, 148).
3. Salmos de acción de gracias: Por las misericordias hacia las personas (18, 34); por las misericordias hacia los israelitas en general (81, 85).
4. Salmos devocionales: Los siete salmos penitenciales (6, 32, 38, 51, 102, 130, 143); expresivos de confianza bajo la aflicción (3, 27); expresivos de extrema melancolía, aunque no sin esperanza (13, 77); oraciones en tiempo de angustia severa (4, 28, 120); oraciones cuando privados del culto público (42); oraciones en tiempo de aflicción y persecución (44); oraciones de intercesión (20, 67).
5. Salmos mesiánicos: 2, 16, 22, 40, 45, 72, 110, 118.
6. Salmos históricos: 78, 105, 106.