Es muy positivo para mí reunirme con personas del mundo de negocios para estudiar los principios bíblicos y descubrir su aplicación a los problemas y preocupaciones de lo cotidiano.
Recientemente, en uno de los más divertidos estudios bíblicos que participé, vimos el episodio de una vieja comedia televisiva sobre un sheriff rural y su ayudante. El enredo de ese episodio fue la base de la discusión en un grupo de ese día.
Mientras Barney Fife, el ayudante, revelaba una vez más su personalidad impetuosa, el sheriff, permanecía como su amigo constante y confiable, además de su supervisor y mentor. La lección de esa comedia (y que lección) era la importancia de ser prudentes en la vida. Mientras tanto, esa historia presentaba también otra lección, que valía la pena aprender; la importancia de buscar y acatar consejos sabios.
Barney, en esa ocasión en especial, decidió impulsivamente sacar todos sus ahorros personales y comprar un carro atractivo, inclusive después de que su buen amigo Andy le aconsejó pensar mejor. Para empeorar las cosas, Barney cayó en el cuento del “carro que fue de una viejita”. Yendo en contra de su superior, el ayudante compró el vehículo sin ni siquiera dar una vueltita para probarlo. Resultado: un carro con el motor débil y lleno de problemas mecánicos.
Dos veces Barney despreció las recomendaciones de su amigo. Pero gracias a la intervención oportuna de Andy, él consiguió librarse del problema con pocas pérdidas, excepto su orgullo herido. Pero en la vida real, no siempre tenemos tanta suerte.
Todos los días, millones de profesionales y hombres de negocios buscan consejos. Obtener consejos sabios, es otro asunto. Confiar en consejos de terceros, consultar personas que ya pasaron por experiencias similares y hacer los caminos que hoy estamos cruzando, parece ser sensato.
A veces, buscamos solo consejo con quien sabemos que irá a confirmar nuestra decisión. Deseamos que “refuercen nuestros juzgamientos”. Otras veces, dejamos de acatar consejos que están fundamentados en criterios sanos. No todas las personas son prudentes, no importan cuan profundas sean las experiencias que tuvieron.
Esa verdad me causó una profunda impresión a medida en que continué reflexionando sobre el mensaje de ese cómico episodio. Me pregunté a mi mismo: ¿ Será que yo pediría consejo a Barney sobre la compra de un carro, después de su experiencia o preferiría escuchar a Andy? Aunque usted no haya visto el programa, puedo asegurarle que iría a preferir el consejo ponderado y pragmático, pero sabio de Andy.
El motivo es que Andy tiene la sabiduría adquirida a lo largo de años de experiencia y probablemente, a través de errores que él mismo cometió. Esa sabiduría es algo que el ayudante Barney parece que no tiene.
Considere el tipo de personas para quien usted pide consejos. ¿Será que son sabias o solo saben lo que usted quiere oír? Sabiduría viene de inteligencia, habilidad, discernimiento y oír la instrucción prudente de Dios. La sabiduría expresa lo que es correcto, no lo que las personas quieren oír.
La próxima vez que necesite consejo, acuérdese del consejo de Proverbios 13:20: “El que anda con los sabios, sabio será, mas el que se allega a los necios, será quebrantado”.