Al girar el volante para entrar en un puesto de gasolina me sentí incómodo con su apariencia. Las instalaciones estaban decadentes, necesitaban una pintura, un toque decorativo, reparaciones en el piso.
De general, parecía estar debajo de los padrones, de la famosa compañía de combustibles que representaba. A pesar de eso, como yo no tenía suficiente gasolina para llegar hasta otro grifo, no tuve otra opción, a no ser dar una chance a aquel lugar dilapidado.
Al dirigirme hasta el puesto de gasolina, descubrí una placa que me ayudó a entender la situación. El aviso decía: “Se vende”. Sabía que aquella cadena nacional de grifos estaba eliminando la mayor parte de los operadores independientes, por eso presumí que aquella franquía no había sido renovada.
A pesar de las circunstancias, me pareció que el propietario estaba harto de esa mentalidad en relación a los negocios y por eso estaba dando un basta a eso, con el fin de conseguir disociarse de aquella compañía lo más rápido posible.
Desde el punto de vista del cliente, el propietario no estaba “yendo bien”. El debe haber iniciado el negocio lleno de esperanzas y con las mejores intenciones. Pero en algún momento a lo largo del camino se desanimó con el negocio y decidió que lo mejor sería abandonar todo y cuanto antes mejor.
Antes de conocer al dueño de ese puesto de gasolina, no podía saber sobre las circunstancias que lo llevaron a decidir dar la espalda a su antes prometedor negocio. Fuese cual fuere la situación, yo sé que él debe haber enfrentado mucho sufrimiento, perdidas financieras, la muerte de un sueño, resignación con el fracaso, en lugar de la expectativa de éxito... Aunque no pueda juzgar su decisión, imagino si no desistió muy fácil.
La Biblia habla sobre eso. Los seguidores de Jesucristo son desafiados: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia... Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”(Santiago 1:2-4)
¿No es una propuesta poco común? Tener “grande alegría” cuando ¿“pasamos por diversas pruebas”? El plan no sería tener alegría ¿cuando alcanzamos grande éxito y prosperidad? Pero este pasaje nos advierte que permanecer firme en nuestras pruebas, enfrentándolas cara a cara es lo que nos lleva a perseverar.
Otro pasaje de las Escrituras, Romanos 5:3-4, expresa un punto de vista similar: “...También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”. ¿Será posible que nuestras luchas, nuestros sufrimientos, sean instrumentos que Dios usa para moldarnos y formarnos, de modo que seamos personas que Él pretende que seamos?
Aquel dueño del puesto de gasolina por lo menos estaba llegando al fin con sentido del humor. Un señor a mi costado y yo reímos muchos cuando vimos el aviso con los precios. Estaba escrito: “Gasolina común U$ 1,67; Con Aditivo y Diesel: El ojo de la cara”.
Cuando un negocio no está yendo bien, hay un real y comprensible tentación de desistir. Invertir tiempo, energía y dinero parece ser infructífero. Pero el padrón de Dios es diferente.
Dios ve las pruebas como oportunidad para el desarrollo del carácter, pruebas que a lo largo del camino llevan a la madurez. Si usted está enfrentando el fin de un negocio o proyecto, acuérdese de perseverar. Esto puede ayudarlo a terminar bien.