
Cómo Reconocer la Voz de Dios
Con frecuencia me dicen algunos: «Cuando escucho a Dios, ¿cómo sé que es Él quien me habla y no otra voz?» O esto otro: «Le he pedido a Dios que me guíe, pero parece que oigo dos voces. ¿Cómo sé que es Dios a quien oigo y no Satanás quien está interviniendo? ¿O será que me estoy hablando yo mismo?» O también: «¿Es simplemente mi conciencia que juega conmigo? ¿O será que Dios está tratando de conseguir algo?»
Se trata de preguntas legítimas que requieren una respuesta. Resulta esencial reconocer quién es el que habla si hemos de escuchar acertadamente. En Mateo 16 Jesús les dijo a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén, sufrir muchas cosas, ser muerto y luego resucitar al tercer día (v. 21).
Pedro, si bien con muy buenas intenciones tomó aquella afirmación de Jesús como una afrenta y dijo: «Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca» (v. 22). Jesús se volvió hacia Pedro y dijo: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres» (v. 23).
En este pasaje podemos ver la diferencia entre la voz de Dios y la voz de Satanás. El dilema de Pedro en este caso es también el nuestro. Podemos buscar la mente del Señor acerca de decisiones que tenemos que tomar concernientes a la familia, las finanzas, las vocaciones. Podemos estar decididos a hacer lo correcto, de modo que comenzamos a orar.
Hoy sentimos que deberíamos hacerlo en cierta dirección, pero mañana pensamos que deberíamos hacerlo en la dirección opuesta. Parecería como si la voz que oímos nos dice algo diferente cada día. El resultado es que nos frustramos y nos sentimos confundidos. Nos quedamos con la duda en cuanto a la forma de saber claramente qué voz es la que escuchamos.
Jesús aclaró en Juan 10.27 que la experiencia normal del creyente consiste en escuchar a Dios acertadamente. «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen».
Si nosotros, como creyentes, andamos en el Espíritu, entendemos el significado de la Cruz y permitimos que el Espíritu Santo nos llene y que viva a través de nosotros, tendría que resultarnos fácil distinguir si la voz que oímos proviene de Dios, de la carne o del diablo. El andar natural del creyente lleno del Espíritu y comprometido es tal que cuando Dios habla puede reconocer su voz.
Algunos cristianos maduros han tenido experiencia en esto de escuchar a Dios y pueden distinguir entre la voz de Dios y otras voces. Para otros, especialmente los cristianos con poca experiencia, resulta algo más problemático. La oveja que ha sido pastoreada por un determinado pastor muchos años está mejor equipada para oír esa voz, pero esto no se aplica al caso de la ovejita que acaba de nacer.
Dado que sabemos que las Sagradas Escrituras nos enseñan que todos los creyentes, nuevos o viejos, deberían poder discernir claramente la voz de Dios, examinemos algunas de las pautas que nos ayudarán a determinar la mente de Dios cuando tengamos que tamizar lo que parecieran ser voces contradictorias.