
Problemas que son Desafíos
"También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra." (Génesis 13:5-7)
Tanto Abraham, el patriarca, como su sobrino Lot, habían alcanzado gran riqueza en su largo viaje desde la tierra de Ur de los caldeos, atravesando Harán, el reino de Egipto hasta Betel. Su riqueza era el ganado; así se medía el patrimonio de los nómades de esa época, no en posesión de tierras sino en ganado, joyas, bienes, tiendas.
Fueron tantos sus rebaños que las praderas se le hicieron chicas para que pastaran. Les faltaba espacio y pastos, entonces se suscitaron problemas entre los siervos de ambos a raíz de la distribución de los pastos.
Tanto Abraham como Lot tenían pastores para trasladar sus ovejas y sus reses. El cuidado, la crianza y el traslado del ganado ovejuno y vacuno implicaba grandes esfuerzos: guiar los rebaños y manadas sin que se interfirieran, conducirlos a buenos pastos, ocuparse de los animales enfermos, trasquilar la lana en la época que correspondía, ordeñar y distribuir la leche en las tiendas, atender a los recién paridos, marcar, defenderse de depredadores y también de tribus que les atacaran.
Además, Abraham y Lot avanzaban en tierras que eran habitadas por pueblos cananeos, los descendientes de Canaán, hijo de Cam descendiente de Noé, que muchas veces eran hostiles a peregrinos o nómades.
Del mismo modo viajamos nosotros por esta vida, teniendo un patrimonio material mayor o menor, pero como cristianos llevamos el mejor patrimonio que es espiritual: Tenemos a Cristo en el corazón, Su Espíritu Santo y la Palabra de Dios.
"Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros" (2 Cotintios 4:7)
Caminamos acompañados juntos a otros hermanos en la fe que se dirigen en la misma dirección, nuestra tierra prometida, el Cielo. Gran trabajo tenemos en animar a nuestros hermanos, rogar por amigos familia y compañeros, evangelizar, luchar contra nuestros enemigos espirituales internos y externos, ser cada día mejores discípulos, desarrollar virtudes cristianas y defendernos de los enemigos que acechan en el camino.
Abraham no actuó bien en Egipto, tuvo un gran problema y ahora se enfrenta a otro problema: el territorio que necesitan él y su sobrino para trabajar con su ovejas y reses, sin estorbarse mutuamente, tendrá que resolverlo. Porque la vida es así, siempre nos presenta algún desafío que debemos resolver con sabiduría.